Marisol Vásquez (28) dice que luego que se separó de su pareja se impuso el desafío de trabajar fuera de casa.
Aunque le falta mucho por aprender como zapatera, dice que va por buen camino y que los clientes lo dicen. Ella ha reparado más de mil calzados.
“Este oficio me permite financiar mis gastos y ahora los estudios que voy a emprender, y sobre todo me facilita el tiempo para estar con mis dos hijos”, agregó.
Marisol contó que el oficio de zapatera lo aprendió con su cuñado Mauro Tello.
Él le enseñó el oficio, aunque ella estaba haciendo las gestiones para trabajar en una fábrica.
“Al principio lo pensé mucho, pero terminé arriesgándome”, dice.
Apenas tiene seis meses en el oficio y lo mejor que hace es el cosido del zapato, tanto que los clientes le piden a su cuñado que sea ella la que haga el trabajo.
Empezó dando puntadas para aprender el cosido. Hubo ocasiones que le tocó repetir el trabajo porque no había definición en las puntadas del cosido.
También la colocación de suelas le costó aprender.
Este mes aprenderá a coser en máquina, no solo zapatos, sino mochilas y bolsos, y poner cierres.
Nuevas metas. Marisol cuenta que aparte de su oficio de zapatera, que lo realiza de ocho a dos de la tarde, estudia Teología en una iglesia evangélica.
Este conocimiento le ha permitido mejorar como ser humano, madre y amiga, asegura.
Ella quiere tener su propia zapatería y compartir sus conocimientos con otras mujeres que gusten del emprendimiento.
También acaba de ingresar sus papeles al Distrito de Educación para emprender los estudios de bachillerato acelerado.
Indicó que ella interrumpió sus estudios porque se convirtió en madre de dos mellizos.