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Señor cinismo y señora impunidad
Señor cinismo y señora impunidad
Por: Leonardo Moreira Delgado
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Viernes 05 Enero 2018 | 04:00

Esta parece ser la pareja perfecta del matrimonio celebrado, a espalda del pueblo ecuatoriano en el 2017, ante el notario Odebrecht en la farandulera vida política. Heredando unos hijos e hijas, hermanos y hasta tíos, que se constituyeron en un verdadero lastre para nuestra sociedad, porque se feriaron con sonados sobreprecios los recursos de las obras públicas, de la refinería, de las hidroeléctricas, del petróleo, de las universidades y hasta del IESS, por citar las más notables.

Como reza el poema y tango “cambalache” //Qué falta de respeto//que atropello a la razón// cualquiera es un señor// cualquiera es un ladrón//. Para los “robolucionarios” resulta que es lo mismo //ser derecho que traidor// Ignorante sabio o chorro//generoso o estafador. Unos viven en la impostura// y otro roba en su ambición//da lo mismo que sea cura //caradura o polizón //lo mismo un burro que un gran profesor”.
La palabra cínico deriva del griego kynós y significa perro, por eso a los cínicos se los llamó con ese apodo canino. En la antigüedad griega existió la escuela de filosofía del cinismo, doctrina socrática que fue fundada por Antístenes. 
Diógenes, que le dio denominación al síndrome que lleva su nombre, fue uno de los más célebres cínicos, el cual defendía -paradójicamente- el desapego por los bienes materiales, en lugar de la acumulación de trastos viejos. 
Por ello,  el vocablo cínico está asociado al desprecio de la sociedad, como así también a la desvergüenza, ya que sus seguidores no tienen respeto por aquello que predican, mintiendo con descaro. Todos los sinónimos de cínico: hipócrita, sarcástico, irónico, burlón, falso, falaz, desvergonzado, es pura coincidencia con la identidad de la mayoría de los actores de la década corrupta y su autor intelectual. 
De su lado, el concepto impunidad, se utiliza casi siempre asociado a la falta de castigo por la violación de los bienes jurídicos tutelados, o simplemente por la ausencia de justicia. Cabanellas dice que “la causa más común, porque es la que más hiere la sensibilidad colectiva, está representada por aquellos casos en que, siendo conocidos los autores, no se los persigue por razones de orden político, siempre abusivas y propias de estados, en los que la libertad ha sido cercenada, la prensa amordazada, los tribunales prostituidos y el poder entregado en manos de una minoría sostenida por la coacción, el miedo y la cobardía general”. 
Quedamos impávidos ver y escuchar a los “ovejunos”, con qué desfachatez decían y aplicaron métodos dictatoriales para perseguir y encarcelar a los ciudadanos que disentían de su sistema de gobierno; y, hoy, esos mismos métodos ya no son legítimos cuando se los aplican a ellos. ¡Qué cinismo! ¡Viva la impunidad! ¿Hasta cuándo Dios?
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