Por eso, la misión autoimpuesta por ese inmortal ecuatoriano, al concebir, fundar, editar y difundir Primicias de la Cultura de Quito, el 5 de enero de 1792, resalta con el tiempo.

Desafiando el poder del colonialismo, creó el medio por el cual se pudiera dar a conocer las inquietudes y pensamientos de la época sobre los gobiernos y sus acciones. Y las exigencias de cambio de la población.

Su ejemplo permanece incólume y su espíritu revive cuando modernos opresores de la información intentan, con legislaturas torcidas, maniatar la franca expresión, a la prensa y acallar la voz de la inconformidad en el mundo.

Sin embargo, los valores de libertad y democracia constituyen derechos inalienables del hombre, legados por los que hay que luchar para defenderlos de la opresión y que perduren por siempre.

Porque las mañosas intenciones de quienes quieren vivir en la opulencia derivada de la corrupción, siempre estarán en la búsqueda de la opresión a la mayoría poblacional, a través de poderosas fuerzas que impongan presión a los gobiernos para que sometan, política o económicamente, a los medios y comunicadores,  para que claudiquen en sus preceptos de ejercer una prensa veraz, informativa e imparcial.