Al iniciarse un nuevo año, las esperanzas del pueblo ecuatoriano se renuevan con miras a que se abra más el mundo de oportunidades, para que sea de logros positivos y de conquistas sociales con efectos que redunden en el bienestar de todos.
Recibir a este nuevo año con ánimo y optimismo, aunque no con conformismo, es una práctica que nos impulsa a desechar aquellas acciones negativas que conllevan a la división, que profundizan el aislamiento e imponen severas discrepancias, barreras al entendimiento.
Esforzarse para que la unión no sea una quimera y se llegue a ella conscientes que la integración es la estabilidad definitiva del hogar ecuatoriano, cuya solidaridad nos fijará al progreso y a un futuro concertado con la hermandad.
Pero esto no sólo es deber de los líderes del gobierno actual y de los partidos políticos en el poder, sino también de aquellos que destacan como oposición, pues la búsqueda del entendimiento, igualmente, forma parte de sus obligaciones.
Y así mismo del pueblo, receptor de las alegrías de los aciertos y sufrimientos de los errores, que permanentemente debe recordar que en su decisión mayoritaria reposa siempre el escogimiento de la clase de gobernante que desea. Y su permanencia.
Con estas apreciaciones, les deseamos Feliz Año nuevo.