Comenta que su trabajo no es nada fácil, porque sabe que está cometiendo una infracción y a veces invade espacios públicos para atender a sus clientes.
“Lo poco que gano es para llevar carne o arroz para que mi esposa y tres hijos coman. Mi sueño es tener un local que cumpla con todo los reglamentos para no andar huyendo de los policías municipales, pero no hay dinero”, sostuvo el comerciante de tomate, pimiento y limones.
Óscar Paredes vive una situación similar. Él recorre a diario la avenida June Guzmán con su carreta llena de limones y cuenta que en dos ocasiones se llevaron su vehículo por ocupar la vía pública.
“La economía no da para más y debemos buscar la manera de llevar el pan a nuestro hogar, además muchos quevedeños prefieren nuestro producto”, agregó.
Para el hombre, de 45 años, los 15 años de labor han sido de sacrificio, porque vende poco y recorre la ciudad con sol y lluvia.
“La última vez que se me llevaron el triciclo fue hace dos años, estaba estacionado frente al comercial Quevedo y no tenía ni para pagar la multa de 22 dólares en la comisaría municipal”, declaró.
> CONTROLES. Marcos Sánchez, comisario de Vía pública, explicó que cuenta con 20 policías municipales para hacer el control en toda la ciudad.
“No es tarea fácil trabajar con este equipo una ciudad donde hay alrededor de 200 mil habitantes y mucho comercio informal en las calles. Este año se han emitido 72 sanciones”, dijo.
Aseguró que las zonas que más se invaden son la avenida June Guzmán, desde la calle Séptima hasta la Novena; el mercado del Río, calle Malecón y 7 de Octubre, desde la Séptima hasta la Novena.
Mientras que en la parroquia rural San Carlos la calle más invadida es la Estenio Burgos y en La Esperanza, es en la entrada a El Vergel.
El costo de las multas es de 37 dólares. Cuando se aplica una sanción, las unidades móviles se trasladan hasta las instalaciones de la comisaría ubicada en la ciudadela Bellavista, pero el productor se devuelve, mencionó Sánchez.