El expresidente del país, Rafael Correa, no solo crió bandadas de cuervos: también alimentó a traidores. Al final de su periodo, ambos le sacaron los ojos y le dieron la espalda. Fue una parte de militantes que durante 10 años de su gobierno le dio el beso de Judas, esa misma que hoy cambió los ideales revolucionarios por un cargo público.