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¿Quo vadis Ecuador?
¿Quo vadis Ecuador?
Por: Enrique Delgado Coppiano

Sábado 23 Diciembre 2017 | 04:00

Surge esta frase latina en los terribles momentos en que la Roma imperial perseguía,  hasta la muerte, a los cristianos que abrazaban la fe en la justicia de un nuevo credo que proclamaba vida, perennidad, paz, amor y comprensión para todos los seres humanos. 

Transcurre el tiempo y la fe de los creyentes oprimidos se impuso y venció a los violentos del mundo entero, que vio nacer al cristianismo proclamando el fin a la permanente injusticia y dando nuevos álitos a la vida para toda la humanidad, dejando atrás el odio, la violencia, la inseguridad, entonando un canto a la vida, la justicia, el amor, sin distingos de raza, ni edad, y proponiendo atención especial para los niños y los desamparados. 
Así debe de ser. Para que esto viva y se perennice tenemos que unirnos absolutamente todos. Se vuelve mayor la encomienda ante los detestables hechos que en los últimos días sorprenden a la vida y opinión de todo el Ecuador: un incremento de los femicidios, maltratos y muertes hacia las mujeres, abusos por cientos a niños y niñas, en que aparece, increíble, atacados por propios llamados maestros. 
Y que a pesar de denuncias de padres de familia, no existió una respuesta ágil y oportuna para sancionar a los infractores, pese a que se denunciaron los hechos ante la más alta autoridad que era el ministro de Educación del país. 
Hoy se levantan las voces y el dolor de los afectados exigiendo que se castigue con severidad los oprobiosos actos cometidos. 
Por la vigencia total de la moral pública, por la necesidad de proteger al máximo a nuestras féminas, a niños y niñas que son los elementos más débiles y queridos de la población, tenemos que levantar millones de voces que exijan sanciones y justicia para frenar tanta ignominia y perversos delitos.  
Creyendo firmemente en que la unión de las familias ecuatorianas para exigir los urgentes cambios en hechos como los que hemos descrito, cuando la gran cristiandad se apresta a celebrar lo que anualmente hacemos, recordando el advenimiento de Cristo Redentor, que justamente llegaba para dar a todos los seres humanos la posibilidad de la vida eterna, más allá de nuestra vida terrenal, son los justos momentos en que, retomando todos la senda del bien, debemos crear los más grandes espacios de la unión familiar y social.
Estos, a su vez, sirven de cobijo para defender, atender y tratar la superación de quienes más necesitan de bienes, amor y comprensión. 
La gran gesta de la cristiandad, con más de dos mil años de existencia nos impele a ser mejores, abrazados fraternalmente todos los seres humanos; y en honor a nuestra fe en el gran Cristo Redentor, al unísono, desear a todas y todos unas felices pascuas en la Navidad como el preludio de un venturoso porvenir.
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