“Emilia es un nombre que duele; sin embargo, es el que más se ha escrito en los últimos días.

 Esta semana he pensado mucho en los padres de Emilia. Imagino el dolor desgarrándoles la piel, cortándoles la respiración, alterando los sentidos, llenándolos de ira, haciéndoles preguntarse una y otra vez por qué. Emilia es un nombre que duele; sin embargo, es el que más se ha escrito en los últimos días. Lo usan los de la comunidad GLBTI para decir que no todos son iguales, que de todo parió la mata del señor, que, por supuesto, en cuestión de aberraciones, el género es lo de menos; lo usan las madres, las madres del mundo, aterradas, impactadas, sintiendo esos niños como suyos, como si ellas mismas los hubieran parido; lo usan los gremios sociales y asociaciones de mujeres, indignadas, rabiosas, impotentes de que cada día sigamos perdiendo a nuestros niños y nadie haga nada; lo usan hasta los periodistas, a excusa del morbo, machismo y violencia que día a día fomentan en sus medios amarillistas. Yo me negaba a usarlo porque no es tan fácil, porque me siento responsable, porque me avergüenza la humanidad, porque esa chiquita pudo ser mía. Me duele cada letra.