“Mil recuerdos e imágenes me pasaron en segundos por la cabeza de la franca amistad con ambos ”
-¿Para qué viene a Quito el lunes 22 si ya el 23 no trabaja aquí la burocracia, Pedro?
-Por eso tengo avioneta! No le voy a robar 2 días al Estado. Allá nos vemos mañana…
Y nos vimos. Pero él muerto y yo removiendo la frazada que tapaba su cadáver sobre el frío cemento de la avenida González Suárez. No me animé a descubrir el cuerpo de Rita que identifiqué porque su mano bien cuidada sobresalía del cobertor. No pude llorar. Mil recuerdos e imágenes me pasaron en segundos por la cabeza de la franca amistad con ambos, en especial de la bohemia compartida con un grupo tan cerrado como sencillo. Más allá no me animé a descubrir el cuerpo de Rita, aunque me dijeron que estaba entero. Supe que los otros tres ocupantes de la avioneta estaban desmembrados.
Fui de los 1ros en llegar porque la avioneta se estrelló apenas a 3 cuadras de mi productora, en el Pasaje Stubel. Oímos el zumbido de un motor y luego ¡BOOM! Si iba 80 mts más al sur, se daba contra la casa donde operaba mi oficina.
Eran alrededor de las 10h00 en una mañana fría, lluviosa y nublada de Quito.
El domingo anterior, Pedro Zambrano Izaguirre había estado muy activo como Ministro de Información y Turismo, con la visita del presidente Alberto Fujimori del Perú a Bahía de Caraquez. A pesar de su agotadora agenda y lo poco que podía hacer 2 días antes de Navidad en la capital, insistió en volar hacia allá para acelerar trámites.
Su plan, no revelado a Sixto, era renunciar ese enero. “Para algo debía servir tener avioneta…” La misma avioneta y el mismo piloto que antes ya arruinaron 2 motores al aterrizar sin bajar el tren de aterrizaje en el aeropuerto de Manta.
-¿Cómo pudo suceder eso, Pedro?
-Sencillamente estaban probando los dos motores nuevos y al aterrizar, mi piloto y el piloto de prueba se olvidaron de sacar el tren de aterrizaje.
-¿Sencillamente? ¿Y Ud. no va a botar a ese piloto?
-Está loco, Carlos Vera! ¿Sabe Ud. el nivel de compromiso y precaución que va a tener un profesional así conmigo si lo mantengo en el equipo? No volverá a equivocarse.
Se equivocó. Tras ese accidente cambiaron las regulaciones en ese tipo de avionetas para ingresar a Quito: exigieron después siempre copiloto. Un piloto solo, hasta entonces debía atender más de 15 indicadores a la vez al hacer una aproximación al aeropuerto Mariscal Sucre, con apenas algo más de la visibilidad mínima.
Existió ese día un agravante: desde mayor altura se veía en línea recta a lo lejos la pista, pero al descender en el trayecto habían nubes aisladas y neblina en ese recorrido. Faltó contacto visual algunos segundos; se especulaba que el piloto pudo leer mal un dato, como por ejemplo 900 pies de altura y eran 90. La avioneta atravesó una esquina del 3er piso del edificio Atrium de 12 pisos. Así de bajo iba…
Cuando se cumplen 25 años de esa irreparable pérdida, consideré preciso refrescar, aunque sea con estas notas fugaces, la hidalga personalidad de un prohombre manabita enamorado de su tierra, apasionado por su profesión, entregado a su familia, empeñado en convertir a Manabí en una potencia, no solo en la eterna promesa de alternativa al Ecuador bipolar. Alentaba la posibilidad de un presidente manabita para el centenario del ascenso de Eloy Alfaro. Creía que la verdadera prensa libre e independiente era el motor para esos sueños, estrellados aquel trágico lunes.
Cuando lo vi muerto, lo creí muerto; poco después entendí que seguía vivo: había sembrado tan hondo sus ideas, que éstas crecieron y se multiplicaron en sus discípulos, colaboradores y herederos, hasta resistir una década de ataques descomunales, fortalecidos por lo que él siempre enseñó.
Ese juramento renovamos hoy ante su tumba. ¡No aflojamos Pedro! No claudicamos. Gracias por guiarnos. Guardamos su infaltable optimismo y energía para las más adversas circunstancias.
FIN.
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