Técnicamente, Portoviejo es, como ciudad, el centro urbano manabita de mayor complejidad para la circulación vial; y educativamente, en la materia, casi igual.
La indiferencia a la precaución, al orden, al respeto, a la observación de las leyes, el incumplimiento a las obligaciones ciudadanas, entre otros, priman de manera casi descaradamente voluntaria, casual y, hasta podíamos decir, castizo.
Por tanto más peligroso porque se hizo normal, pasando a formar parte del comportamiento diario.
Ante esto es vital, prioritario, urgente, tener proyectos, programas y acciones que incursionen en la obligación institucional de cambiar el sistema imperante para implantar una política concebida para ordenar todo aquello desordenado.
Hay que enderezar todo lo chueco y alfabetizar a los que más se pueda del grupo de quienes se encuentren ignorando la materia de tránsito.
Y esto incluye la estrategia antigua de que “la letra con sangre entra”, manera figurada de hacer referencia a la correcta y oportuna aplicación de las sanciones que la ley dispone para estos casos. Para conductores y peatones.
Y se hace obligatorio rescatar a la ciudadanía de los errores del pasado, revirtiendo la inercia heredada, aplicando una profesional, honesta y sincera política de desarrollo, con un mando cuya dirección tiene que ser reforzada para implantar el orden con eficiencia y autoridad.
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