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Babahoyo
El dolor sigue intacto

La noche del 19 diciembre del 2016 se vivieron varias horas de terror que resultan difíciles de olvidar para los moradores de las calles 10 de Agosto y 18 de Mayo, de Babahoyo.

Lunes 18 Diciembre 2017 | 04:00

 Allí, frente a la antigua planta de la Empresa Eléctrica, quedaron las secuelas graves e imborrables de la explosión de una bodega  clandestina de camaretas.

La tragedia que devastó todo un barrio conmovió a toda la ciudadanía que esperaba celebrar a lo grande las festividades de Navidad y Fin de Año, pero que terminó lamentando los funerales de las dos personas que fallecieron en la tragedia y más de diez heridos.
Mañana se cumple un año de aquel suceso, sin embargo, el dolor sigue intacto en las personas que perdieron a sus seres queridos que se encontraban en el lugar del percance. 
Una de las víctimas mortales fue Carlos Martillo, de 20 años. 
El rostro de su madre se llena de lágrimas al recordar que nunca más volvió a ver a su hijo desde el momento que salió de casa aquel día, pues cuando se lo entregaron ya estaba dentro de un ataúd sellado. 
María Martillo, quien labora en una hacienda bananera de la localidad, contó que Carlos falleció mutilado por la onda expansiva que se escuchó en toda la ciudad.
Asegura que difícilmente olvidará lo ocurrido, es más, se deprime y siente un gran vacío cada vez que llega a casa después de culminar su jornada de trabajo. Los fines de semana suele visitar la tumba de su hijo llevando velas y ramos de flores.
La segunda víctima de la explosión fue Carlos Olivo Acurio, de 19 años, quien agonizó trece días en la ciudad de Guayaquil, y falleció la madrugada del 1 de enero del 2017.
La víctima presentaba quemaduras en el 90 por ciento de su cuerpo. Su familia no ha querido dar mayor detalles del caso, pero tampoco han podido superar la muerte de Carlos. Ellos honran su memoria y lo recuerdan revisando sus fotografías.
Mientras que los once ciudadanos que sufrieron lesiones en sus cuerpos, aún tienen secuelas y malos recuerdos que no han superado. 
Muchos de ellos se sometieron a rigurosos tratamientos médicos y psicológicos para borrar las marcas físicas y crisis nerviosas con las que quedaron.
La Policía indicó que, al menos, diez quintales de pólvora había en la bodega clandestina. El coronel León Pablo Mancheno, jefe del Cuerpo de Bomberos, dijo que cuatro casas quedaron totalmente destruidas y, al menos, otras 16 quedaron con daños estructurales. Del sitio se retiró cuatro quintales de petardos que quedaron esparcidos en la zona.
Proceso. El fiscal provincial, Jaime Guerrón, mencionó que la investigación previa del caso inició el 5 de enero del 2017 en contra de Francisco V. y su hijo, del mismo nombre. Ellos al momento están con libertad condicional, es decir con medidas sustitutivas por disposición de la jueza  Magdalena Ortiz, pero deben presentarse periódicamente la fiscalía una vez por semana hasta que culmine el proceso judicial.
El 17 de octubre del 2017 se formularon cargos en contra de Carlos S., de nacionalidad colombiana, quien está con orden de prisión preventiva, pero no se la puede ejecutar porque está prófugo de la justicia.
Barrio desolado. Los vecinos del sector mencionaron que a raíz de la tragedia, el barrio cambió, porque permanece desolado. 
Ya no se escucha la risa de los niños que antes salían a jugar a la calle en horas de la tarde, pues la mayoría de las familias que quedaron con sus casas destruidas y daños estructurales, se mudaron a otro sector de la ciudad.
Franklin Flores señaló que las viviendas que quedaron abandonadas son aprovechadas por delincuentes que llegan a consumir droga y ocultarse cada vez que cometen alguna fechoría. 
Narcisa Jácome,  quien es propietaria de una pequeña tienda, dijo que conversaba con una amiga mientras escuchaba una alabanza, cuando ocurrió la explosión. “Parecía una película de acción, el estallido fue demasiado fuerte, tanto que las calles se llenaron de humo y el olor a pólvora se expandió por varias cuadras”, señaló la mujer. 
Óscar Álvarez Sánchez detalló que los daños fueron severos a consecuencia del estallido que derribó seis paredes de su vivienda.
El habitante dijo que los causantes de la tragedia reconocieron los artefactos que se destruyeron como: lavadora, aire acondicionado y una nevera, mientras que él con ayuda de su familia tuvo que desembolsar la cantidad de 2 mil dólares para comprar materiales y contratar un albañil para levantar nuevamente las paredes. 
Su vecina reparó su departamento. Otras personas que quedaron con ventanas de vidrio destruidas, realizaron inversiones que van de 80 a 130 dólares para reparar los daños. 
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