Recoja cinco tapas y le damos un vaso, o cuatro tarrinas de mantequilla y reciba una taza. Los concursos no faltan, pero hay unos que parecen más “descabellados” que otros. Así, por ejemplo, esta semana una señora realizaba una fila en uno de estos cajeros de pago rápido. De una funda grande sacó unos empaques de jabón de lavar ropa para canjearlos por un premio. La cajera le dijo que no podía recibirle las envolturas, pues estaban rasgadas. La señora insistía en que las recibiera, pues era imposible que al abrir los jabones las fundas que lo protegían no se dañaran. Mentalmente también coincidía con ella. De hecho, cuando he sacado este producto de su funda, ésta prácticamente ha quedado inservible. Aun así la cajera le dijo que no, que había personas que las habían llevado completas. La mujer, quien seguramente pasó meses recogiendo esos empaques de jabones, se fue decepcionada con su montón de basura y sin su premio. Así hay empresas que juegan con los sentimientos de las personas. Ofrecen premios difíciles de obtener y que resultan engañosos. Esto también hay que regularlo.