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Carlos Vera: "Llevan 52 días ocultando las cifras"

El activista político Carlos Vera analiza los primeros días de Gobierno de Lenín Moreno y la polémica generada en torno al diálogo con la oposición y la reacción del expresidente Rafael Correa.

Jueves 06 Julio 2017 | 04:00

Usted dice que hay buenas señales por parte del pre­sidente Moreno en el dis­curso y gestos, pero que siguen siendo cosas míni­mas en función de los pro­blemas de fondo. ¿A qué se refiere? 

Son secundarias, no míni­mas. Desde el discurso inau­gural, privilegiar coinciden­cias sobre diferencias, abre caminos pero no los recorre. Hay múltiples ejemplos más. Lo grave es que la crisis no permite avances tan lentos y moderados. 
¿Entonces, qué serían ac­ciones concretas de cam­bio? 
Las he dicho, sobre todo en lo económico: medidas ur­gentes posibles como elimi­nar el anticipo de Impuesto a la Renta, derogar la Ley de Plusvalía, bajar un punto del Impuesto a la Salida de Capi­tales hasta llegar a ser un año y, enseguida, un programa de recuperación económica con aval del FMI que permita reestructurar y refinanciar la deuda. 
Usted sostiene que en lo económico se pierde tiem­po valioso. ¿Por qué? 
Llevan cincuenta y dos días ocultando las cifras de la eco­nomía, sin lo cual todos los otros paños tibios ni siquiera producen alivio. Y el deterio­ro es insoportable para quie­nes no tienen sueldo fijo en lo público o privado, especial­mente. 
El presidente Moreno dice que para odiar no cuenten con él. Surgen dos pregun­tas. Primero: ¿hay real­mente una diferencia de forma y fondo con el ex­presidente Correa y sus seguidores? 
Hay una variación, no un cambio. Pero la tiranía an­terior fue tan asfixiante que esto parece democracia y libertad, cuando solo es mo­deración y reconocimiento de derechos básicos, un de­ber del mandatario y no un mérito en él como parece. Otro estilo y otro fondo son innegables, pero dentro del mismo modelo y sin desmon­tar el totalitarismo, que es lo grave. Pero eso no cabe es­perar del Gobierno; es tarea y deber de nosotros, la opo­sición o simplemente de los ciudadanos demócratas. 
Segundo: ¿cómo entender que casi a la misma hora que el mandatario dice eso los seguidores del vice­presidente de su Gobierno agredan a César Montúfar y otras personas en una audiencia de Jorge Glas en la fiscalía? ¿No le parece que es contradictorio, o por lo menos manda una señal de que entre el discurso y la práctica hay una distan­cia? 
Las turbas agresoras son de Glas y Correa, no de Moreno, aun­que él presida su partido. 
Pero la policía que lo permite sí depende de él y su Ministro del Interior también, ambos leales a su antecesor. Eso ilus­tra el dilema de Lenín More­no: o los alinea o lo devoran. Está llamado a hacer lo que ofreció, presidente de todos y para todos, no solo de AP, o pasará a la historia como lo que fue hasta posesionarse: un sometido. 
¿Y en justicia y libertades, especialmente libertad de expresión, hay concrecio­nes importantes? 
En libertad de expresión es donde más apertura existe, pero no podemos estar suje­tos a la tolerancia de Lenín Moreno sin reformar la into­lerancia de la Ley de Comuni­cación. El ambiente de alivio que se respira es alienante si no da paso a la independen­cia de la justicia como norma y no como excepción y la vi­gencia de las libertades como derecho y no como graciosa concesión del mandatario. 
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