A Olmedo no le incomoda tener que sentarse al filo de la cancha, sobre el suelo, para disfrutar de los partidos.

Este espacio recreativo fue construido hace más de 30 años, desde entonces el mantenimiento ha sido responsabilidad de seis vecinos, quienes colaboran para tener las canchas limpias y seguir utilizándolas sin problemas. 

Otra razón que motiva a pactar los encuentros son las apuestas, cada jugador puede entrar con cinco dólares y salir con el doble, “el valor siempre varía y no siempre se apuesta, unos ganan otros pierden, pero lo que cuenta son las ganas de venir a jugar” explicaron los jugadores. 

 

Alegría. Una de las principales características de los deportistas es la alegría que ponen en cada partido. 

Ángel Valarezo, más conocido como “El papacito de la caña”, apodo que hasta en su vehículo lo lleva pegado, asegura que algunos de sus compañeros salen de sus casas para ir a jugar. 

“Somos buenos amigos, además de vecinos, si no jugamos por lo menos venimos a reírnos” señaló el hombre. 

Por otro lado, Héctor Granda de 56 años, acude todas las tardes desde la cooperativa Víctor Manuel López, él considera necesario que en el lugar se construyan baterías sanitarias y se coloquen basureros. 

A este pedido se unen los moradores y hacen un llamado a la autoridad competente para que sean tomados en cuenta.