Experiencia. Seis varillas de fierro le bastaron a Ochoa para armar un cesto para basura, el costo del mismo fue de 30 dólares.

En dicho trabajo se llevó “mediodía”, al referirse a una de sus dos jornadas diarias en el empleo que tiene.

El padre de familia está a diario desde las 08h00 hasta las 12h00 y retorna a las 13h00 hasta las 17h00.

Confiesa que luego de terminar el colegio, “ya quería sentar cabeza”, por lo que decidió estudiar la licenciatura de mecánica automotriz en la Universidad Técnica de Babahoyo. Después de eso dio clases por más de 16 años en colegios especializados de la provincia, asegura.  

 Nada de eso fue suficiente, por lo que decidió dejar el empleo y desde el 2002 junto a su “pistola” para soldar, prensa de banco y pulidora, entre otras herramientas de trabajo, “ahora facilita la vida de los clientes”, añade entre risas.

Guillermo Vergara expresa que “Al comienzo todo fue chueco”, afirma entre risas, al referirse a los primeros meses en donde empezó como maestro soldador hace 20 años.

El haber dejado su trabajo en el aseo de calles de la ciudad por la soldadura, le ha significado tener dos talleres en la actualidad.  Ellos aseguran que su “trabajo es completo”, pues pintan, lijan, pulen y recuperan cualquier cosa hecha sobre metal o fierro, aunque eso les signifique arriesgar su salud.