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"Ni una menos, vivas nos queremos"

Herlinda Moreno es una luchadora que busca la unión familiar, sin la violencia que la acompañó durante su infancia.

Lunes 03 Julio 2017 | 03:00

“Ni una menos!! Vivas nos queremos!!” se lee en la camiseta color negro que lució durante el encuentro de las mujeres de Portovie­jo, como parte del proyecto “Transformando nuestras vidas” que llevan adelante con el apoyo de Fundación Esquel, ONU Mujeres, IL­DIS y otras organizaciones. 

CASO. Herlinda tuvo una infancia y adolescencia marcadas por la violencia. Su papá los golpeaba a ella, a su mamá y hermanos. Señala que su madre no denunció porque no te­nía apoyo. “Le decían ‘si te casaste tienes que estar con tu marido’, era como ponerla contra la pared porque dependía econó­micamente de él”, explica. Recuerda que hasta emba­razada su madre fue vícti­ma de las golpizas de su pa­dre, que también tuvo una vida similar a la que les dio a sus hijos. 
Ella no quiere que esa his­toria se repita en su hogar, donde cría a sus 2 hijos en ética y valores y busca que su esposo comprenda su trabajo en la Fundación Kolping, desde donde ayu­da a otras mujeres a “em­poderarse de su verdadero valor”. 
CIFRAS. El encuentro se dio dos días después del asesinato de una mujer en El Carmen, a manos de su expareja, que la acuchilló en un bus. Fue el octavo feminicidio en Manabí en este año. A nivel nacional van 80 feminicidios. 
Zoila Menéndez, del grupo de Mujeres Santa Martha, dijo que de cada 10 muje­res, 6 han sido víctimas de violencia de género. 
AGENDA. Margarita Ca­rranco, coordinadora del Proyecto Transformando Nuestras Vidas, señaló que el principal problema es y será la violencia intrafami­liar, que ocasiona un des­equilibrio armónico en la familia. 
Sostuvo que para erradicar la violencia es necesario contar con un hogar de protección a mujeres víc­timas de violencia, para que reciban tratamiento terapéutico. Pero no solo ellas, sino su pareja, toda la familia, porque “si no sana­mos al hombre, si no sanan las tres partes, incluidos los hijos, no mejoran las condiciones en la familia”, destacó. 
“Es un problema cultural, estructural y sistémico. Si desde el sistema educativo no se contempla la igual­dad de derechos, si no se asigna recursos, si no se ahonda en el problema de manera integral, no vamos a cambiar”, indicó. 
PERFIL. Alejandra Gue­rrón, de ONU Mujeres, mencionó que “la mujer se aísla de su familia, de sus amigas, siente vergüenza porque no es sencillo de­cir que la están golpeando y mientras más sola está es más difícil contar con ayu­da. El no tener autonomía también hace que se depen­da de la pareja agresora”. 
Recalcó que “hombre que golpea una vez sigue gol­peando” y que contraria­mente a lo que se piensa, su perfil es el de un hombre socialmente agradable del cual nadie pensaría que es un ser violento. “Ese hom­bre tiene una sensación de pertenencia sobre la mujer, a la que no quiere dejar ir porque es como si se le fue­ra la vida, por eso la agre­de, por eso la mata”, dijo. 
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