Actualizado hace: 20163 días 29 minutos
"Ni una menos, vivas nos queremos"

Herlinda Moreno es una luchadora que busca la unión familiar, sin la violencia que la acompañó durante su infancia.

Lunes 03 Julio 2017 | 03:00

“Ni una menos!! Vivas nos queremos!!” se lee en la camiseta color negro que lució durante el encuentro de las mujeres de Portovie­jo, como parte del proyecto “Transformando nuestras vidas” que llevan adelante con el apoyo de Fundación Esquel, ONU Mujeres, IL­DIS y otras organizaciones. 

CASO. Herlinda tuvo una infancia y adolescencia marcadas por la violencia. Su papá los golpeaba a ella, a su mamá y hermanos. Señala que su madre no denunció porque no te­nía apoyo. “Le decían ‘si te casaste tienes que estar con tu marido’, era como ponerla contra la pared porque dependía econó­micamente de él”, explica. Recuerda que hasta emba­razada su madre fue vícti­ma de las golpizas de su pa­dre, que también tuvo una vida similar a la que les dio a sus hijos. 
Ella no quiere que esa his­toria se repita en su hogar, donde cría a sus 2 hijos en ética y valores y busca que su esposo comprenda su trabajo en la Fundación Kolping, desde donde ayu­da a otras mujeres a “em­poderarse de su verdadero valor”. 
CIFRAS. El encuentro se dio dos días después del asesinato de una mujer en El Carmen, a manos de su expareja, que la acuchilló en un bus. Fue el octavo feminicidio en Manabí en este año. A nivel nacional van 80 feminicidios. 
Zoila Menéndez, del grupo de Mujeres Santa Martha, dijo que de cada 10 muje­res, 6 han sido víctimas de violencia de género. 
AGENDA. Margarita Ca­rranco, coordinadora del Proyecto Transformando Nuestras Vidas, señaló que el principal problema es y será la violencia intrafami­liar, que ocasiona un des­equilibrio armónico en la familia. 
Sostuvo que para erradicar la violencia es necesario contar con un hogar de protección a mujeres víc­timas de violencia, para que reciban tratamiento terapéutico. Pero no solo ellas, sino su pareja, toda la familia, porque “si no sana­mos al hombre, si no sanan las tres partes, incluidos los hijos, no mejoran las condiciones en la familia”, destacó. 
“Es un problema cultural, estructural y sistémico. Si desde el sistema educativo no se contempla la igual­dad de derechos, si no se asigna recursos, si no se ahonda en el problema de manera integral, no vamos a cambiar”, indicó. 
PERFIL. Alejandra Gue­rrón, de ONU Mujeres, mencionó que “la mujer se aísla de su familia, de sus amigas, siente vergüenza porque no es sencillo de­cir que la están golpeando y mientras más sola está es más difícil contar con ayu­da. El no tener autonomía también hace que se depen­da de la pareja agresora”. 
Recalcó que “hombre que golpea una vez sigue gol­peando” y que contraria­mente a lo que se piensa, su perfil es el de un hombre socialmente agradable del cual nadie pensaría que es un ser violento. “Ese hom­bre tiene una sensación de pertenencia sobre la mujer, a la que no quiere dejar ir porque es como si se le fue­ra la vida, por eso la agre­de, por eso la mata”, dijo. 
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