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Fútbol.
La revolución de "El Economista" en el Delfín SC

En la noche anterior a los partidos, el presidente del Delfín, José Delgado, reúne a la plantilla luego de la cena y da una charla.

Lunes 03 Julio 2017 | 04:00

Suele contar su historia: la del joven pobre que lavaba platos y enfundaba colas en el bar del estadio Jocay para poder ver fútbol, y que terminó siendo un empresario exitoso, dueño de La Esquina de Ales, una cadena de asaderos de pollo con más de 150 locales esparcidos por todo el país.
También les dice que los sueños son posibles en la medida que se trabaje por ellos y que en la adversidad se prueba a los mejores guerreros. 
Muchos, como el gerente deportivo del club, Mauro Rezabala, creen que esas charlas, una noche antes de los partidos, han sido fundamentales para que el equipo se mantenga unido.
Dos horas antes de que empiecen los cotejos de local del Delfín, Delgado va hasta la Basílica de Montecristi para orar, en otro de sus ritos.  Luego va al estadio, se saluda con los futbolistas y sube a ver los partidos en las gradas. 
Al final, Delgado baja al camerino para rezar de rodillas junto a los jugadores. El presidente del cetáceo es un ferviente católico.
“Creo que este equipo está bendecido”, dijo después de que Delfín ganara 2-1 a Barcelona en el estadio Monumental. Se lo veía eufórico ese día. 
A mediados de agosto del 2014 Delgado había asumido la presidencia en reemplazo de Alberto Rodríguez. Encontró un equipo con sueldos atrasados y sin lugar para entrenar. Sin embargo, se paró frente a las cámaras y dijo que se comprometía a llevar al cetáceo a un torneo internacional.
El domingo 25 de junio, tras ganar a Barcelona en su propio estadio, Delfín había quedado a un punto de lograrlo y Delgado sabía que estaba a días de que su promesa se cumpliera. Por eso estaba eufórico, como alguien que saborea una victoria luchada. 
Tres días antes de ese partido, el presidente dijo: “Hay muchos que vienen diciendo ‘Delfín ya se va a caer’, pero eso no se ha dado”. “Muchos piensan que con Barcelona va a caer”, le dijo un periodista. Delgado sonrió y dijo: “Pues se equivocarán nuevamente”.
La revolución. Delgado lideró una revolución en Delfín. Francisco Silva y Marcos Cangá ya jugaban en el club cuando el empresario llegó al equipo. 
Ambos coincidieron en que el equipo no era lo que es ahora. El paraguayo Silva salió en esa época anunciando que tenían tres meses sin cobrar. 
“Ahora tenemos estabilidad y eso nos permite concentrarnos solo en el fútbol”, ha dicho Cangá.
Delgado no quiere hablar del momento histórico que vive Delfín como un acontecimiento propio, sino como un logro grupal.
“Todos han sido fundamentales: cuerpo técnico, jugadores, utileros, la prensa, la directiva, la hinchada”, ha señalado el dirigente, quien cubrió parte del presupuesto con dinero propio. El resto, de los 3 millones de dólares de presupuesto, es cubierto con los derechos de televisión, auspiciantes y taquilla.
“Me gustaría que se me recuerde como alguien que hizo todo lo posible para darle a Manta un equipo de jerarquía. Yo he hecho una promesa: que mientras yo esté al frente de Delfín, el equipo peleará para llegar a torneos internacionales”, dijo después de que el cetáceo ganó la etapa, tras golear a Liga de Quito 4-1.
José Delgado es padre de María José, de nueve años, y encuentra en ella su principal motivación para cumplir sus promesas. 
“Quiero que apoyen a mi papá a cumplir sus sueños, que es hacer a Delfín un equipo grande”, expresó la niña.
Con tres años en la presidencia del equipo, ‘el economista’, como lo conocen sus amigos por su profesión, ya cumplió uno de ellos: llevar al equipo a la Copa Libertadores.
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