La tradición de celebrar el Inti Raymi en Madrid, España, se mantiene intacta y ya suma 16 años.
El Inti Raymi es en sí el símbolo de la gratitud que los pueblos andinos ofrecen a la Pachamama (madre tierra) por la bondad de haber permitido una buena producción y cosecha de productos tradicionales.
Inmigrantes de Ecuador, Perú y Bolivia repitieron este año el ritual, que se realizó el domingo pasado. Todo esto se acompañó con actividades como los cantos para marcar los ritmos colectivos de las labores agrícolas y rendir tributo a los frutos del esfuerzo comunitario.
La festividad arrancó en horas de la mañana con las canciones “Vasija de Barro” y “Pobre Corazón”, que interpretó el Coro Voces Ecuador, dirigido por el guayaquileño José María Álvarez, según diario El Universo.
Más de medio millar de personas se acercó hasta la Plaza Galicia, en el parque del Retiro, en donde se honró al Taita Inti (padre sol) y a la Pachamama como fuentes de energía y de renovación espiritual. El punto de partida fue el ulular del pututu (caracola en quechua).
Al sonido que emite se le atribuye un carácter religioso y ceremonial. Es el mismo canto melancólico de la Madre Tierra. Por eso, cuando se escuchó este instrumento, grupos folclóricos integrados por inmigrantes de los tres países convergieron desde las cuatro esquinas del lugar, símbolos de los cuatro puntos cardinales de las naciones que conformaron el Tahuantinsuyo: Chinchansuyo (norte), Collasuyo (sur), Antisuyo (este) y Contisuyo (oeste).
Sin distancias. A la Fiesta del Sol, que coincide con el solsticio de invierno y el inicio de un nuevo ciclo agrícola, asistieron representantes del cuerpo diplomático de los tres países, encargados de su organización.
Ellos mostraron su regocijo porque “las comunidades de inmigrantes, lejos de apartarse de sus raíces, con esfuerzo y mérito propio las llevan allí, donde se encuentran para mostrar al mundo que somos países plurinacionales”, dijo Juan Carlos Coellar, consejero de Cultura de la Embajada de Ecuador, que también hizo una referencia a la Declaración de las Naciones Unidas del 2007 que defiende el derecho de los “pueblos indígenas y originarios a practicar y revitalizar sus tradiciones y costumbres culturales, así como a mantener, proteger y desarrollar las manifestaciones pasadas, presentes y futuras de sus culturas”.
El acto finalizó con Enrique Pulupa, que ejerció de chamán y fue el encargado de hacer las “limpias” a los asistentes para “sacar los males del cuerpo”.