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Santo Domingo
Érick quiere VOLVEr a JUGar

El viernes el aire fresco del ventilador dejó de aliviar el dolor de Érick.

Miércoles 28 Junio 2017 | 04:00

Estaba acostado en un viejo mueble cuando un trabajador de la empresa eléctrica llegó a su casa a cortar la luz. La factura había vencido hace casi cuatro meses, el mismo tiempo que él permanece casi inmóvil luchando por su vida.
Érick, de 10 años de edad, dice que con ayuda de su madre intentó ponerse de pie, se sostuvo del marco de la ventana y le dijo al hombre “por favor necesito que el ventilador funcione para vivir, tengo el cuerpo quemado”, pero sus ruegos no surtieron efecto.
Pocos minutos después la picazón empezó a regarse por su cuerpo lleno de quemaduras.
Un vecino de buen corazón tendió un cable desde su casa para hacer menos complicada la situación, pero para no abusar la familia de Érick no enciende el ventilador todo el tiempo, solo cuando el niño empieza a rascarse.
 
Entre necesidades. “No es que no queramos pagar la luz, solo que no tenemos dinero”, dice el niño con voz inocente. En la vivienda en la que vive Érick cada dólar que consiguen es para comprar medicamentos o costear consultas. 
Esa es la realidad de la familia desde que el pequeño resultó con el 60 por ciento de su cuerpo quemado al intentar bajar una cometa de un cable de alta tensión. “Yo no quería, pero un niño me dijo: coge la cometa o sino te pego”, señala el pequeño.
El hecho ocurrió en la cooperativa 30 de Junio, el pasado 5 de marzo.
Érick recuerda vagamente lo que pasó ese día. Habían dormido en la vivienda de su abuela y su madre lo había enviado a ver una ropa en la casa que arrendaban, en la cooperativa antes mencionada. Salió cerca de las siete de la mañana y tres horas después Ana, su madre, empezó a preocuparse.
A las once de la mañana el teléfono sonó. Era una vecina. Le dijo que Érick se había quemado.
Ana cuenta que nunca pensó encontrar a su hijo con una parte de su cuerpo destrozado. Lo halló en una camilla del área de críticos del hospital Gustavo Domínguez. 
El pequeño tiene quemaduras de segundo y tercer grado.
 
En el hospital. Erick pasó unas cuantas horas en el hospital local, pero el pronóstico de los médicos era desalentador. 
La casa de salud no posee área de quemados, por eso debió ser trasladado de urgencia hasta el Hospital de Niños Dr. Roberto Gilbert, de Guayaquil. Allí permaneció internado tres meses. 
Ana asegura que ha perdido la cuenta de las veces en que su hijo entró al quirófano. Una de las operaciones fue para reconstruirle la pierna derecha con piel que le sacaron de la espalda.
“Mi niño ya no tiene más piel para injertos, la única que le queda es la de la cabeza. Si yo pudiera darle mi piel lo hiciera, pero los galenos me han dicho que eso es imposible”, revela la mujer mientras sus ojos se nublan por las lágrimas.
Entonces el niño la mira e intenta darle fuerzas. “No es tu culpa”, dice con voz bajita.
Producto de las quemaduras Érick ha estado más de una semana en terapia intensiva. 
Hace unos días regresó a Santo Domingo a vivir en la casa de su abuela. La vivienda se ubica en el asentamiento El Playón, una zona de humildes casas construidas al filo de una quebrada carente de agua y alcantarillado situada junto a la cooperativa Las Playas.
En la calle, mientras Érick intenta que su madre deje de llorar, se escucha el jolgorio de una decena de niños corriendo por un pasaje en el que predomina el lodo. 
“Yo jugaba con ellos, pero ahora no puedo moverme”, señala mientras el flash de la cámara lo ilumina y él sonríe. Luego empieza a rascarse y Ana prende el ventilador.
 
Un bingo. Sus familiares organizaron el sábado un bingo. Habían vendido las tablas con varias semanas de anticipación en busca de recolectar 130 dólares para comprar un traje especial para Érick.
Freddy, su tío, dice que la meta se cumplió. 
“Queríamos durante el bingo recolectar para el viaje a Guayaquil y las consultas de los médicos, pero a pesar de que vendimos comida, no lo logramos”, explica el hombre.
El menor y la madre deben viajar tres veces al mes hasta Guayaquil para ser evaluado. 
La semana pasada iban a irse el domingo en la madrugada, pero la falta de recursos impidió el viaje.
Érick depende de medicamentos para conciliar el sueño y para evitar que las heridas le piquen. Además usa dos cremas: Contratubex y Sodermix y debe tomar Pediasure y vitaminas todos los días. 
Su familia sueña con recibir la ayuda de especialistas locales, requieren de un traumatólogo para que el niño vuelva a caminar. Érick, en cambio sueña con volver a jugar.
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