Si se recorre el área de cárnicos, el tema del que todos los tercenistas hablan es de las fallas en el cuarto frío y el ascensor para carga. Según Antonio Feijó, vendedor, “no valen”.  

Su colega Kléber Feijó, asegura que tuvo que subir por las escaleras un frigorífico debido a que el ascensor es muy pequeño y además, estaba inservible.

“Este es un mercado (nuevo), pero no parece mercado aún, el municipio debe hacer varias cosas para que de verdad esto funcione”, dice.

Asegura que las ventas han estado bajas, que la gente llega por curiosidad, a conocer, y que mientras la calle Ambato continúe siendo una “feria libre” los que están dentro del centro de abastos seguirán padeciendo. 

 

Más. En el área de legumbres y frutas, las caseritas confirman lo dicho por los tercenistas.

Angélica Pilataxi, vendía frutas en las carpas y optó por un puesto en la recién estrenada infraestructura. 

Cuenta que el primer día en el mercado vendió un dólar, en el segundo tres y que el lunes le ayudó a cargar hasta el basurero tres sacos de aguacates dañados a su vecina Elsa Santos.

Ella afirma que tuvo que botarlos porque no los logró vender.

Victoria Delgado, usuaria, llegó al mercado desde su casa ubicada en la urbanización Granda Centeno a comprar una libra de camarones para el almuerzo. “Me querían vender camarones pequeñitos a 4,50 dólares la libra”, señala.

Según los mercaderes, es ilógico que algunos vendedores quieran elevar los precios cuando lo que la mayoría busca es lograr clientela. 

Irene Nieto, administradora del lugar, indica que el ascensor de carga no está dañado, sólo desconfigurado por haber sido manejado de manera incorrecta.

Añadió que uno de los ascensores para los usuarios tampoco funciona por la misma causa. Desde ayer, un empleado municipal trabaja dentro del aparato para evitar nuevos contratiempos.

La nueva estructura costó 11 millones de dólares y fue abierta al público la semana pasada.