Humberto Espinoza a sus 75 años sueña con que Tarqui retome su actividad comercial.
Él es propietario del almacén Lorena, que durante 50 años funcionó en la avenida 109, entre calles 104 y 105, y que ahora está ubicado en el barrio Jocay.
Este local no se destruyó con el terremoto del 16 de abril, apenas sufrió daños pequeños que ya están reparados, indicó.
Espinoza señaló que luego de la tragedia le tocó salir de Tarqui e instalar una parte de su almacén en el portal de la casa que tiene en el Jocay. No ha tenido éxito porque el lugar no es comercial.
“Estoy desesperado por irme a Tarqui porque tengo muchos compromisos de pagos que no puedo enfrentar”, anotó.
Retiro de cercos. Él pide a las autoridades brindar el apoyo para la liberación de los cercos de seguridad en el antiguo centro de Tarqui, para poder ingresar a trabajar.
Agregó que los informales ya no son el pretexto para mantener cerrada zonas que no representan peligro alguno en la denominada “zona cero”.
“Ellos ya están en un mejor sitio a pesar de haber estado en las calles compitiendo con los almacenes que sí pagamos servicios básicos, impuestos municipales y fiscales”, indicó.
Pedido. Al igual que Espinoza, otros dueños de negocios que antes del terremoto trabajaban a lo largo de las avenidas 105, 106, 107, 108 y 109, las que están cerradas en varios tramos, dijeron estar dispuestos a trabajar en medio de los inconvenientes que representan las obras de reconstrucción.
“No podemos esperar nueve meses más hasta que se terminen las obras de soterramiento eléctrico y de telecomunicación, y la reconstrucción de las calles”, señaló Alciviades Carranza.
Los arriendos afuera de Tarqui, aseguran los comerciantes, los está asfixiando económicamente, más cuando las ventas en los primeros tres meses del año son bajas.
Las obras hidrosanitarias en Tarqui estarían terminadas a finales de julio, pero falta la reconstrucción vial.