Quien los recuerda a diario con esto es un “amigo” desde hace 32 años.
Elizalde Flores, de 47 años y nacido en San Miguel de Bolívar, asegura que es montalvino de corazón desde niño.
Anécdotas. De su padre aprendió mucho más de lo que pensaba, pues, a sus 16 años empezó a abrir y cerrar a los muertos que llegaban al anfiteatro del cementerio de su ciudad, actividad que ejerció durante dos años, hasta que esta morgue cerró sus puertas. “Ahora se llevan a los difuntos a Babahoyo”, alega.
El guardia relata que una mujer suicida fue el primer cadáver que vio en su vida.Afirma no haberse asustado ni siquiera por la bala que la difunta tenía en la cabeza. La chica tenía unos 20 años.
En sus más de tres décadas en este oficio expresa que siempre le ha tocado echar a las brujas que entran al camposanto.
Los muñecos de trapo con alfileres, frascos de perfumes con agujas y fundas con restos de animales son algunas de las cosas que ha encontrado en el lugar.
Álex Aldaz, administrador, lleva tres meses laborando y junto a Don Flores, recorre el cementerio a diario.
Ambos con machete en mano limpian la maleza y ayudan a mantener el orden, allí donde todos somos iguales.