Con un ritual ancestral se inició el año de trabajo entre quienes ejercen la medicina ancestral y el Distrito de Salud de Gualaceo y Chordelég.
El evento se cumplió como parte del trabajo coordinado para el servicio de salud, donde se respeta el sistema de salud ancestral y se comparte conocimientos con la comunidad y personal médico que aplica la medicina clínica.
“Los saberes de la curación ancestral son el producto de la sociedad y sus relaciones con el medioambiente, la naturaleza y la concepción íntima de la persona o paciente, para estar en comunión con la naturaleza”, expresó Miguel Pacheco, presidente de la Asociación de Medicina Ancestral de Gualaceo.
“Este saber se desarrolla con el hombre a lo largo de la milenaria historia cultural”, puntualizó.
La zona de Gualaceo, Sígsig y Chordelég, cantones azuayos, se la conoce como ‘Santuario Regional de la Medicina Ancestral’ por la existencia del mayor número de personas conocedoras, calificadas y reconocidas dentro de la práctica de la medicina natural.
“Quienes somos especialistas en estas medicinas ancestrales no publicitamos nuestra labor, es la aceptación de la gente la que nos ubica de generación en generación”, dijo Pacheco.
En el “Santuario Regional” existen unas 30 personas reconocidas y avaladas para la práctica de la medicina ancestral.
Saber ancestral. La principal expositora del saber es Delfa Iñamagua, del cantón Sígsig, quien ha capacitado a los miembros de esta asociación, incluso trayendo a médicos ancestrales del Oriente.
Por parte del Ministerio de Salud se recibió el apoyo de galenos cubanos, quienes también aportaron enseñando a combinar las plantas naturales para el proceso curativo, anotó Pacheco.
Las 30 personas reconocidas como maestros de sanación aprendieron los saberes de sus antepasados. Aunque no muchos lo reconozcan, varias familias aún mantienen esa tradición de “soplar” a los niños cuando están espantados, “pasarles el huevo” para el mal de ojo o tomar agua de toronjil para los nervios.
Estas prácticas están reconocidas y avaladas como curativas, anotaron Pacheco e Iñamagua.
“En el trabajo ponemos fe en Dios, es por ello que todo nos sale bien”, concordaron.
En la provincia, cada tres meses y en coordinación con el Ministerio de Salud, se desarrollan talleres para compartir los conocimientos con grupos de otras localidades.
Los talleres facilitan en intercambio de experiencias y el mejoramiento en la cura de enfermedades con el uso de plantas y yerbas medicinales.
Un grupo de personas dedicadas a la cura natural, junto a la cruz que representa los cuatro elementos de la naturaleza: agua, fuego, aire y tierra.
Plantas. Para sus curas utilizan agüitas de plantas como la valeriana, pena, claveles, malva, ataco, ayauhuasca, entre otras. Estas agüitas curan el sistema nervioso, el mal aire, la infección del hígado, riñones; y otras curan las vías urinarias de las mujeres. El objetivo es que los especialistas ancestrales vayan siendo identificados por la colectividad y laborar de manera conjunta entre el Ministerio de Salud Pública y médicos ancestrales.