A mi juicio son ideas más que propuestas y muy generales cuando ahora, más que nunca, necesitamos programas concretos de desarrollo para renacer de la crisis que dejó el terremoto. El trabajo por horas, por ejemplo, se aplicaría, en caso de ser posible, en todo Ecuador, y no es entonces algo que beneficie exclusivamente a la provincia. El crédito de la banca internacional si bien es deseable no está sujeto a la voluntad del gobernante de turno sino a la de los inversionistas y en el momento que lo crean oportuno. La exoneración de impuestos, finalmente, la está promoviendo el actual gobierno.

Pero Manabí necesita más. Las buenas intenciones ni una  lista de cosas que se pueden o se podrían hacer no son suficientes. Se requiere de acciones concretas con plazos, fechas y condiciones especiales que consideren y que tengan siempre presente la caída de la producción en la provincia y como levantarla. Es decir, lo que los manabitas aspiramos, y creo interpretar el sentimiento de muchos en este tema es que se nos diga: “Esto se va a hacer -lo que el candidato crea válido- porque haciéndolo se va a generar X número de empleos que representarán una inyección de liquidez de tantos millones de dólares en la economía provincial”. Lo que buscamos de los candidatos es un plan de obras que lleven al desarrollo provincial en términos reales. No una lista de aspiraciones. Manabí necesita que su gente en edad de trabajar esté produciendo o que estén dadas las condiciones para que los emprendedores creen y en esta línea deberían estar las propuestas de los candidatos. Pero no requerimos negocios o emprendimientos que vengan a “extraer”, a “sacar” dinero de Manabí para llevarlo a otra parte. Esto, definitivamente, no le hace bien a la provincia.

Ahora, alguien podría prometer, y recurro a un ejemplo muy común, un “Plan Marshall” para Manabí. La historia dice que “fue el principal plan de Estados Unidos para la reconstrucción de los países aliados de Europa en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial... Su   nombre es en honor a su principal promotor el Secretario de Estado de ese entonces George Marshall”. “Cuando el plan Marshall fue completado -continúa la historia- la economía de cada país participante, con excepción de Alemania, había crecido considerablemente por encima de los niveles de la preguerra”. ¿Podría haber algo similar para Manabí?