Más crisis éticas y morales evidenciadas en los comportamientos de los adolescentes y jóvenes en casi todas las sociedades se generan, por un lado en el desconocimiento, distorsión y desprecio de los principios milenarios establecidos en las distintas escrituras sagradas como la Biblia, el Corán, el bhagava.Gitta, entre otras. Por otro lado está la falta de instrucción en los hogares y centros educativos que hoy mas que antes son excluyentes de esas milenarias referencias.
Genéricamente en todas estas sagradas escrituras hay preceptos y principios que al ser escudriñados y puestos en práctica son de gran ayuda para vivir una vida relacional abundante de paz, justicia y amor. Esos principios tienen carácter absoluto, pues sin ellos es imposible una existencia feliz, basta ver muchos botones de muestra en aquellos conglomerados humanos donde se viven existencias al margen de estos valores.
Cuando un fundamento, precepto o principio es ignorado o alterado por criterios humanos a través de interpretaciones fuera de contexto surgen las contradicciones y la merma de su valor esencial, lo cual es absolutamente grave.
Hoy la humanidad atraviesa por un momento supremamente crítico, pues el relativismo ético y moral, corriente posmoderna ha vaciado el valor absoluto de estos fundamentos.
En las referencias bíblicas encontramos que la paz que viene de una sólida relación de fe en Dios es perdurable, de igual forma la justicia y el amor verdadero, juntos construyen armonía en el prójimo y en el núcleo familiar, aquí es necesario aceptar que la estructura familiar o la familia es clave en la permanencia histórica y armónica de toda civilización. No es útil negar que todos estos valores impacten positivamente cualquier sociedad, en todo tiempo o época q se los aprecie, enseñe y practique; por este motivo siguen teniendo el mismo beneficio como lo han tenido en toda la historia de la humanidad.
Probado está que sin paz duradera y sin amor y justicia no hay felicidad. Existen otros valores como la bondad, la alegría, la paciencia, la amabilidad, la fe, la humildad y el dominio propio que son complementarios para la prosperidad espiritual del ser humano. Deberíamos preguntarnos ¿Por qué? Hoy se ha multiplicado la maldad en un nivel que se ha perdido toda piedad, toda tolerancia, todo respeto, hemos llegado a un punto donde en vez de amor hay odio, en vez de paz hay violencia y guerras por doquier, en vez de justicia divina y humana las injusticias se posicionan en toda sociedad. Muchas repuestas a esta interrogante pueden darse dependiendo del contexto filosófico, científico, teológico y agnóstico en el que se ubique un lector.
Desde la perspectiva teológica una repuesta acertada a esta interrogante está implícita en el contexto de esta reflexión, de ahí que hace falta volver los ojos, los oídos, el entendimiento y la mente a escudriñar las escrituras bíblicas, sus milenarios fundamentos y creerle al Maestro Jesucristo, a su maravilloso evangelio como el referente imprescindible para una existencia abundante de amor, paz y justicia.
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