En las calles 7 de Octubre y Bolívar, así como en la avenida June Guzmán existen siete peluquerías tradicionales. 

Como mudos testigos del paso de los años permanecen las cuatro sillas con base de metal, soportes de madera y tapizadas con cuero rojo, los grandes espejos y las herramientas de cortar el cabello. 

Miguel Briones acude a estas peluquerías tradicionales desde que tenía 12 años, sus padres lo llevaban, hoy con 55 años no deja de ir una vez al mes para cortarse el pelo.

“Es mi peluquero de confianza, he venido acá más de 40 años y no cambiaría de lugar, Duarte ya sabe cuál es mi estilo y me corta el cabello muy bien. No necesito explicarle nada”. 

La fama de estos artesanos no se debe a que son pocos, sino a la técnica que emplean. Es el caso de Efrén Duarte, quien se dedica a este oficio desde hace 55 años. “Pese a que la competencia aumenta, muchos son los que prefieren lo de siempre, la urbe cuenta con locales de cortes urbanos y luego de la crisis económica este factor ha sido el contra para que nuestros ingresos bajen hace dos años”, recalcó. 

Los fines de semana son los más fuertes, alrededor de 50 personas acuden a “bajarse la peluca”. Al preguntarle a Jorge Fajardo, de la calle Bolívar  y Décima Primera, cuántos clientes recibe al día, con un poco de preocupación responde que llegan entre cinco y seis personas.