El artefacto explosivo fue hallado enterrado a 30 centímetros de profundidad en un terreno agrícola utilizado para sembrar arroz.
Marcelo Pazmiño, propietario del bien, dijo que contrató dos agricultores de la zona para que abrieran una zanja que iba ser utilizada para un dragado, pero cerca de las 11h00 de ayer los trabajadores se encontraron con una funda plástica que ocultaba una granada.
Llegó la policía. El tema fue notificado al ECU-911, que alertó a la Policía, la misma que solicitó la colaboración del GIR de Guayaquil para que realice el levantamiento del artefacto.
Ya en el sitio, personal especializado en explosivos realizó una inspección en la zona y concluyó que se trataba de una granada israelita, cuyo artefacto tiene una onda expansiva de 30 metros a la redonda. El sargento segundo José Carrera, del GIR, reveló que el explosivo estuvo en manos de alguna persona que decidió abandonarlo y lo dejó enterrado para no tener líos con la justicia.
Por el peligro que representaba retirar la granada, los uniformados le colocaron otra sobrecarga de explosivos para hacerla estallar en el mismo lugar. La acción se repitió en dos ocasiones para asegurarse que la granada no vuelva a explotar. Para cumplir con esta labor los uniformados solicitaron a los vecinos de la zona que se retiraran a unos 150 metros de la zona para evitar cualquier lesión.