Ese fue el análisis presentado ayer al Consejo de Seguridad por el representante de la ONU en Colombia, Jean Arnault, quien también dirige la misión de la organización encargada de apoyar la supervisión del alto el fuego y de la dejación de las armas por parte de las FARC.
“En primer lugar, la determinación del Gobierno de Colombia y del liderazgo de las FARC para perseverar a pesar de las dificultades; y la abrumadora aspiración del pueblo para poner fin a uno de los conflictos armados más antiguos del mundo”, señaló.
Repaso. Arnault repasó ante el Consejo de Seguridad los más recientes acontecimientos en Colombia, destacando los avances logrados en las últimas semanas en el plano legislativo, gracias sobre todo a la aprobación de la Ley de Amnistía.
Mientras tanto, aseguró que la “dimensión logística” del acuerdo de alto el fuego y entrega de las armas ha presentado hasta ahora el “desafío más difícil”.
Según Arnault, ello se debe a distintos factores, desde la incertidumbre política tras el plebiscito de octubre a la localización remota de algunas de las zonas señaladas para el desarme.
Esas dificultades logísticas impidieron cumplir con la primera meta del calendario: concentrar para el 1 de enero a los guerrilleros en 26 puntos del país, un paso previo a la dejación de las armas.
Como consecuencia, Arnault dijo ayer que tampoco será posible completar para el 30 de enero la destrucción de munición inestable, tal y como estaba previsto en el calendario de desmovilización.