Explicó que utiliza la ley del científico francés Andrés Voisin, que es  parecido a lo que los abuelos utilizaban y consiste en el máximo reposo, máximo rendimiento, ocupación del pastoreo donde solo se utiliza lo que la naturaleza misma brinda, y dónde hay que sacar el mejor provecho de ella. 

“Con este método la diferencia entre invierno y verano no se distingue mucho, la silvopastura incluye la presencia de árboles, arbustos, leguminosas y pasto en la misma área; y lo que está debajo de las plantas como lombrices y ácaros, que son parte fundamental para el abono de la tierra, el cual se complementa con el estiércol del ganado”, señaló.

Afectaciones. Según el ganadero, lo que mata la tierra es la ivermectina, plaguicidas e insecticidas; y cuando el pasto es fumigado y el ganado se alimenta, las heces de las vacas ya no sirven como abono, por lo  tanto el suelo va muriendo.

Flores sostiene que la mejor manera de identificar esto es hacer un hueco en el suelo, y ver si hay pequeños bichos, esto indicará que el suelo está en buen estado, y si no los hay es porque la presencia de químicos ha quitado parte de esta vida y por ende el pasto de a poco se irá muriendo por más que se riegue o se fumigue, lo cual será peor. 

Indicó que otro de los componentes de la silvopastura es la disminución de la temperatura ambiental, el abono a través de sus hojas, el nitrógeno que brinda a través de las raíces de los árboles. 

“El árbol de samango o lluvia, como se lo conoce, ha sido perseguido y tildado como enemigo de los potreros, lo cual es equivocado, un espécimen adulto de samango puede producir de 8 a 10 quintales de fruto para el ganado y otros 10 más de follaje, es mejor alimento que un sistema de balanceado o ensilado”, detalló. 

El ganadero Manuel Sánchez dijo que la silvopastura es más efectiva, aunque en el país se ha adoptado un sistema que se aplica en lugares que tienen las 4 estaciones del año, por lo que en Ecuador no funciona.