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En Quevedo curan con el Hermano Gregorio

Cuando despertó estaba acostada en una cama. Llevaba puesta una bata. Sentía una pequeña molestia en la pierna y el brazo.

Martes 03 Enero 2017 | 13:55

La luz de una lámpara y la  habitación, pintada de blanco,  la cegó por un instante. Quiso levantarse, pero no tuvo fuerzas. 

Una mujer entró al cuarto y la vio en el intento. “No se mueva señora, no ve que está operada”, le dijo. 
Betsi no respondió nada. Solo volvió a colocar su cabeza en la almohada y pensó: ”Pero si no me han hecho nada, ni siquiera puntos tengo”. 
Minutos después la mujer volvió a entrar y le explicó que la operación no es terrenal. Que todo se trata de algo espiritual hecho por el Hermano Gregorio. Algo así, como una intervención imaginaria, sin tocarla. 
Betsi, no cree en esas cosas, pero asegura que sentía como si tuviera heridas en la pierna y un suero en el brazo. “Fue tan real, que en mi mano sentía la punzada de una aguja”, indica. 
Unas ocho horas antes Betsi había sido “operada” espiritualmente por Gregorio Hernández.
Este fue  un médico, científico, profesor y filántropo de profunda vocación religiosa, cristiano católico y franciscano.
Nació en Venezuela y es reconocido en varios países de América Latina por sus milagros y curaciones. Incluso en algunas ciudades lo adoran como un santo.
Betsi ya había visitado a varios médicos, pero ninguno la pudo curar. Luego acudió al “consultorio” del “hermanito” y le dijeron que le había hecho una brujería, por lo que debían operarla. 
UN SITIO. En Quevedo se halla uno de estos lugares. Está ubicado en la ciudadela Los Sauces, justo en la entrada al cementerio. 
En este sitio se adora al Hermano Gregorio y le realizan peticiones para que cure enfermedades.
Isabel García cuenta que lleva más de 15 años en esta actividad. Primero lo hizo en El Empalme y luego se trasladó a Quevedo. “Aquí se cura la gente que tiene fe, porque si no se cree en esto no pasa nada”, expresa. 
Isabel es una mujer muy católica. Dice que desde niña su mamá la llevó a la iglesia y para esto caminaban hasta una hora. “Vivíamos en el campo, zona rural, por eso nos quedaba lejos la iglesia”, agrega.  
La mujer tiene 65 años de edad y asegura que Gregorio Hernández es milagroso. Hasta su casa ha llegado gente con diferente tipos de enfermedades y se han curado.
Eso si, aclara, no cobran ni un centavo. Los creyentes solo dejan una colaboración. “Nada se pide ni es exigido, es voluntario”, aseveró. 
Isabel tiene una historia propia. Ella cuenta que tenía derrame facial y se curó pidiéndole al “hermanito” que le ayudara. 
“Créame señor que de una semana a otra fui mejorando y después de unos meses terminé sana, hay que creer en esto, hay que tener fe en Dios”, indica. 
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