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TEMA DEL DÍA
En busca de nuevas oportunidades

La ropa que usan no es suficiente para calmar el frío que sienten en las noches.

Martes 03 Enero 2017 | 04:00

 Para calentarse deben recurrir a los brazos de Mercedes Mera, su abuela. 

Se trata de cuatro menores manabitas que llegaron a Santo Domingo tras el terremoto del 16 de abril.  
“Abrazándolos puedo calentarlos”, dice la mujer, de 62 años, quien tiene discapacidad física y junto a los pequeños habita en una vivienda de la cooperativa 17 de Diciembre.  
Mercedes dice que no dudó ni un segundo cuando su hija, la madre de los cuatro niños, le pidió que se quede en Santo Domingo y cuide de sus retoños, pues ella tenía que volver a Pedernales  para intentar recuperar todo lo que perdió aquella noche en la que un terremoto de 7,8 en la escala de Richter acabó con los sueños de miles de manabitas y esmeraldeños. 
En las noches, indica Mercedes, le es difícil no pensar en su Pedernales, una tierra con alta producción de camarones y rica turísticamente.  
Según la señora, sus nietos se están acostumbrando a Santo Domingo, pero de vez en cuando sueltan unas lágrimas por su madre, quien tras la tragedia fue abandonada por su pareja, recuerda Mercedes.
“Nos informaron que la casa que nos dieron para vivir la tenemos que entregar cuando los niños terminen las clases. No tenemos idea de lo que haremos”, dijo Mercedes. 
Según la Prefectura de Santo Domingo de los Tsáchilas, después del potente sismo unas 10 mil personas llegaron a la provincia en busca de refugio y de nuevas oportunidades. 
Uno de ellos es Ángel Arteaga. 
El hombre, de 64 años, perdió su vivienda y su clínica de rehabilitación. 
Él habita en una casa prestada en el sector La Cadena, ubicada en el baipás Quito-Quevedo, junto a otras 23 personas, 19 adultos y cuatro niños.  
Según Ángel, parte de su vida se terminó en Pedernales.  
Ahora su objetivo es aperturar una clínica en tierra tsáchila para ayudar a personas con problemas de adicción.  

Su trabajo. Evelyn Intriago tiene 26 años y es experta en acabados de construcción.
Empastaba paredes, pintaba casas, colocaba baldosas y hasta antes del terremoto realizaba instalaciones eléctricas simples en viviendas en Pedernales.   
Las herramientas con las que laboraba quedaron enterradas cuando su casa se desplomó.  
Solo pudo recuperar prendas de vestir y fotos que retrataban su infancia bajo el sol, la playa y arena del cantón manabita. 
“Me parte el alma saber que no podré regresar a mi tierra, pero me da satisfacción saber que hubo gente amable que me abrió las puertas en Santo Domingo, una tierra acogedora”, dice. 
Evelyn no está sola, su prima Patricia Arteaga es como su mano derecha.
Patricia siente un descontento por la falta de empleo en Santo Domingo y siempre sueña con volver a recuperar su vida allá, donde tuvo epicentro el terremoto. 
Ella tiene un motivo por el cual salir adelante: su hija de nueve años.
“Mi hija ahora estudia en Santo Domingo, pero lo hace con limitaciones, cosa que no pasaba en Pedernales, donde ganábamos lo suficiente para salir adelante”, dice. 
 
Negocio. Hace una semana Newton Arreateguí arrendó una pequeña bodega para convertirla en un negocio familiar.
Él, su esposa y su hija vivirán de las verduras que vendan en el mercado de la 17 de Diciembre. 
“Cuando llegué, tras el terremoto, no sabía a qué dedicarme, pero encontré una oportunidad en el negocio de legumbres y poco a poco estoy saliendo adelante, sin ayuda de las instituciones que prometen casas, trabajo, pero al final piden requisitos que no se pueden cumplir”, añade.   
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