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A 100 días del terremoto
Cien días de soledad

Cien días después del terremoto, en Manabí aún hay historias de dolor, decepción y preocupación.

Lunes 25 Julio 2016 | 12:25

A Keny Vinces, ahora hasta los recuerdos más gratos lo hieren como agujas calientes que se le clavan en todo el cuerpo.

Durante el terremoto del 16 de abril perdió a su esposa e hijos, quedó solo y cuando se acuerda de los momentos lindos que pasaron se pone ansioso y quiere volver a repetirlos.

Han pasado cien días y Keny aún busca respuestas a la tragedia que vive. En el momento fatal del sismo estaba en Portoviejo, en casa de su madre, en el sector del colegio Uruguay.

Cuando la tierra dejó de temblar le dijo a ella que gracias a Dios habían salido bien librados del terremoto y se alegraba de tener una villa en la ciudadela Bellavista, en la que a esa hora deberían estar sus hijos y su esposa un poco asustados, pero vivos, ya que estaba seguro de que a la vivienda no le había pasado nada. Efectivamente, la casa no sufrió ni un rasguño, sin embargo sus dos hijos, su esposa y un bebé en el vientre habían fallecido.

Ellos, sin que él lo sepa, se habían ido con otros familiares hasta Manta a visitar a una tía. Estaban en una edificación de tres pisos que colapsó y allí murieron diez personas, todos familiares.

TRISTEZA.En estos cien días de ausencia, Keny ha recurrido a sus más intensos conocimientos de teología y filosofía que obtuvo cuando se formó como sacerdote, para no volverse loco y resistir la prueba más dura que le ha puesto la vida.

Cierra los ojos y los recuerdos lo transportan al tiempo en que fue sacerdote diocesano durante cuatro años. Recuerda cuando el amor llamó a su puerta.

Nancy Marisela, quien era viuda y madre de una niña, fue su complemento. Le pidió al monseñor que lo retire de la Iglesia y se casó con ella. Poco tiempo después tuvieron un hijo a quien bautizaron como Keny Lenín, que se unió a Dayana, la hija de Nancy.

La noche del viernes 15 de abril su esposa le dio una gran sorpresa: iban a ser padres otra vez. La felicidad los embargaba.

Hay noches en que Keny no puede dormir, intenta escribir un libro sobre su vida, pero cada frase le recuerda a ellos, lo regresa al pasado y entonces “La vida sigue siendo bella”, como se llamará la obra, se queda trunca.

Dice que si ha salido adelante es por su formación católica y por todo el apoyo que ha recibido de sus compañeros de la Universidad Técnica de Manabí, para que salga adelante.

Keny asegura que perder a su familia de golpe es un dolor que no se puede describir. Asiste frecuentemente al cementerio Jardines de Manabí, donde están sepultados sus seres queridos, allí busca inspiración para seguir con “La vida sigue siendo bella”.

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