Deccy Cano es una de las comerciantes que añora los tiempos de bonanza turística en Tarqui. Ella es de Portoviejo y desde hace 14 años viaja a Manta para vender sus dulces como ajonjolí, cocadas, manicris, galletas de coco y otros, elaborados a base de maní y coco. Deccy cuenta que el terremoto también le cambió su vida. Ahora ya no se gana los 70 y hasta 100 dólares diarios que se hacía en la época de las vacaciones de la Sierra. “Yo esperaba a los estudiantes a la bajada de los buses que los traían o a la salida de los hoteles. Ellos y los adultos preferían miss dulces”, recordó .