Son contradictorias las dos actitudes humanas del título, las que en los actuales momentos inciden en nuestro vivir cotidiano. La prisa por satisfacer vitales necesidades: alimentación, vivienda, higiene, curación, etc., presiona a todos; a quienes las requieren y a las autoridades que las deben proveer o al menos hacerlo posible; y estos requerimientos crecen, de la necesidad personal-individual, a la demanda social y/o colectiva; lo que con toda razón hace olvidar la contraparte, que no es otra que la muy necesaria paciencia, para poder planificar y obtener los mejores resultados posibles en beneficio de todos, especialmente de los mismos demandantes. En lo antedicho, más que la voluntad y buenos sentimientos de cada quien, juegan un vital papel los recursos económicos, cada vez más escasos en las arcas de los entes públicos y de los bolsillos ciudadanos, y esto mayormente sucede con las personas perjudicadas directamente por el terremoto del 16A en estas provincias.