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Terremoto 16A
Se mudó a la casa de su hermano fallecido para aliviar el dolor de su sobrino

A Zoila Molina le tocó mudarse a la casa que habitó la familia de su hermano, muertos en el terremoto.

Sábado 23 Julio 2016 | 09:30

Lo hizo por calmar un poco la tristeza de su sobrino, quien quedó solo tras la muerte de sus padres y hermano. 

Víctor Molina y Emma Zambrano murieron aplastados en el edificio Felipe Navarrete. Emanuel, el hijo de dos años de edad de la pareja, falleció con ellos. 
Sahid, de 11 años, no acompañó esa noche a la familia, por eso se salvó de morir. Sin embargo, se quedó sin su familia. Todos vivían en el barrio Los Geranios. 
Zoila era la hermana más allegada de Víctor, por eso Sahid pidió quedarse con ella.  El menor tomó la decisión en medio del dolor, cuando Zoila se le acercó para explicarle que sus padres estaban muertos. En ese instante el menor gritó, rompió en llanto y abrazó a su tía. La esperanza de encontrar viva a su familia, tres días después del terremoto, acababa.
LOS EXTRAÑAN. La tía vivía en Los Esteros, donde administra el comedor “El Rinconcito”. 
Un mes después dejó el sector para mudarse a Los Geranios. El negocio, donde cada tarde la visitaba Víctor, sigue en el mismo lugar. 
A Los Geranios se fue porque así se lo pidió Sahid. Él no quería abandonar el recuerdo de su familia, aunque para Zoila fue muy duro llegar a la casa y notar la ausencia de su hermano, su cuñada y su sobrinito. 
Zolia lloró en ocasiones seguidas. Ahora lo hace poco, y cuando ocurre prefiere que Sahid no la vea. No quiere transmitirle tristeza. En el lugar también viven dos hijos de Zoila, quien es madre soltera. 
Ella contó que su sobrino actualmente recibe ayuda psicológica para superar la pérdida de sus familiares. La psicóloga le ha dicho que se desprenda de la ropa de la familia, que si desea se quede solo con dos prendas de los padres y dos del hermano. 
Hay momentos en que la mente del menor está en otro lado, pero también hay esos en que se muestra consciente de la realidad, como el jueves: Zoila compró para el desayuno galletas de vainilla, Sahid las miró y dijo “estas galletas me recuerdan a mi mamá, le gustaban mucho”. Zoila guardó silencio y, con una sonrisa amarga, miró al niño. A ella siempre le gustó la galleta de sal, pero ese día se animó por la de dulce.   
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