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Creer en el amor más que en la posesión
Creer en el amor más que en la posesión
Por: Bernardo Avellán Vélez
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Jueves 21 Julio 2016 | 04:00

N os señalaban los filósofos de la antigüedad que el amor es la materia prima que mantiene fusionado el universo. Mientras Sócrates decía: “Es necesario desear la inmortalidad junto con el bien, si el amor tiene por objeto la perpetua posesión del bien”.

Dentro de la lógica espiritual, lo más valioso y real que puede existir en el mundo no pertenece al reino de lo material o de las formas; lo más inestimable y precioso del universo pertenece al reino del amor, que es la mayor energía que mantiene en permanente armonía al universo. Ninguna otra virtud, como el amor lo supera, y cualquier otra buena virtud se origina de él. 
El Amor es la raíz primera de la vida y el fin último. La fuente de toda creación y el éxtasis más alto que se puede obtener. Ni el oro, ni la plata pueden siquiera compararse a una gota de la sustancia pura del amor. 
Así como el mundo de la ciencia tiene sus códigos, el reino del amor también tiene sus leyes de cambio y de inversión. La famosa ley de la Siembra y la Cosecha es infalible. A todos se nos dan ciertos valores, y los valores que decidamos invertir son los que se van a multiplicar. Si tenemos rencor y lo ejercemos, ese rencor va a crecer y multiplicarse en nosotros. Si tenemos amor y lo ejercemos, ese amor va a crecer y multiplicarse, alimentándonos.
Muchos en el mundo se afanan por atesorar riquezas en la tierra, que guardan con sumo celo en sus cajas fuertes con aires de pretensión. Fortunas para engordar sus egos y débiles personalidades a veces utilizadas para despilfarrarlas en vanidades.
En el mundo actual existen dos ejes fundamentales en los que se pueden basar nuestras decisiones de vida: El egoísmo, que es el apego a lo material, y el amor universal. 
El egoísmo basa todas sus decisiones pensando siempre primero en sí mismo, en el beneficio personal sin importar el beneficio de los demás. La consecuencia de invertir de esta manera es la ruina espiritual. Podemos llegar a tener muchos beneficios a expensas de los demás, pero nos faltará lo más valioso, el amor que nos hace criaturas de Dios, procurando su gracia.
El amor universal basa todas sus decisiones pensando en el prójimo, realizando un sacrificio propio en pos del beneficio ajeno. Vivir de esta manera es una inversión que resulta a futuro en riquezas y beneficios no necesariamente material, pero sí espiritual. Tendremos la caja fuerte llena de lo verdaderamente valioso y eterno: paz espiritual, alegría, humildad, paciencia y amor.
Cuando se cultiva el amor con conciencia despierta y de a poco este don se multiplica en nosotros, tendremos el capital para emprender inversiones más grandes y estaremos llenos de verdadera riqueza sin igual. 
Cuánto gozo y buena voluntad hubo en la gran cruzada de ayuda a las víctimas de la tragedia del 16A, actitud que traspasó fronteras y enorgulleció al ecuatoriano ante el mundo.  Seguramente eso es lo que Dios quiere del hombre.
 
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