Wilmer y su esposa Mariela Pilozo fallecieron en un accidente de tránsito el viernes, cuando se dirigían a un centro comercial, y ayer en la mañana su hija, una adolescente de 14 años que estaba herida, también murió.
Lucía contó que su hijo tenía todo listo para visitarla, porque desde hace 17 años, cuando viajó a Venezuela, no se habían visto. Así que llegaría el sábado con toda la familia.
El día del accidente hablaron por teléfono, él le dijo que tenía los pasajes comprados y que, si no pasaba nada, el sábado se volverían a ver y abrazar como no lo hacían hace tiempo.
Pasaron casi tres horas y ella recibió una nueva llamada, pero esta vez la voz del otro lado del teléfono le decía la frase que una madre nunca quisiera escuchar. Su consuegro le dijo: “Tu hijo está muerto”, cuenta la señora.
Los primeros momentos fueron de incredulidad y quebrantos en la salud. Luego supo que el abrazo prometido no se daría, o al menos no sería recíproco, porque Wilmer estaría dentro de un ataúd.
Minutos después se reunieron los familiares para tomar decisiones y empezar los trámites para repatriar los cuerpos.
También tomaron sus retratos y los colocaron sobre una mesa en el centro de la sala, donde hicieron un altar mientras elevaban una que otra plegaria.
Los hombres de la familia tomaron pala, carretas y rastrillos para acomodar el patio de la casa donde levantarán la sala de velación el día que lleguen los cuerpos. Esto en la comunidad rural Río Bravo (Montecristi).
Lucía ayer se dirigió al cementerio para observar el lugar donde su hijo, nuera y nieta serán sepultados.
El camino estuvo lleno de sollozos, porque lo ha recorrido antes en situaciones parecidas. Hace más de 20 años un hermano murió en Venezuela atrapado en los escombros de un edificio, y tres primos también murieron en un incendio hace seis años. Allí, cerca de esas tumbas, se harán las
bóvedas de los tres fallecidos.
Al pie de las lápidas, Lucía recuerda los deseos de su hijo de radicarse en Río Bravo, porque vivía una situación económica complicada en Venezuela. Era chofer de un taxi y la esposa empleada doméstica.
Toda la familia ha unido esfuerzos, pero aún no llegan a completar el dinero que necesitan para la sepultura.
Luego de un momento Lucía vuelve por el mismo camino hasta su casa y sus otros hijos siguen arreglando el patio. Nuevamente entra en llanto y clama porque el cuerpo de su hijo llegue pronto para darle un poco de paz a su alma; se ubica ante el altar y toma las fotos entre sus manos para darles el abrazo que no se volverán a dar.
> TRASLADO. Los familiares tienen previsto que los restos de los fallecidos lleguen este sábado. Pero creen que se retrasarían, porque su sobrina de 14 años murió ayer y ellos quieren que lleguen juntos para vivir un solo dolor.
El único sobreviviente de esta tragedia es el hijo menor de la pareja, que tiene siete años. Según sus familiares, el niño está estable pero bajo observación médica. Lucía Barcia, abuela del niño, pide que sea repatriado a Río Bravo con su familia.
En Venezuela los cuerpos están siendo velados en casa de Luis Pilozo, suegro del fallecido Wilmer Mantuano.