Entonces Suli -nacido en Ceuta- se lanzó al agua y comenzó a nadar. El frío no era una preocupación, las temperaturas en esta ciudad y en esta época suelen rondar los 30 grados. La distancia, sí: la embarcación estaba a un kilómetro de la costa. Pero lo logró. Llegado a la popa, saludó a La Pulga, que no podía creer lo que estaba viendo.

¿Qué sucedió? ¿Llamaron a la policía marítima? ¿Lo hicieron regresar inmediatamente? Nada de eso. Messi lo hizo subir al yate, le ofreció un jugo y compartieron una breve charla, en la que el joven, de 24 años, le dijo que lo admiraba y le contó que era hincha de Atlético de Madrid. 

Gestos. Lo primero que intentó hacer Suli fue tomarse una foto con el delantero del Barcelona. Sin embargo, el sobre plástico que cubría el teléfono celular había quedado mal cerrado y el agua lo dañó. Messi solucionó el problema. Le pidió a una de las empleadas que trabaja en el barco que les tomara la foto con su celular y que luego se la enviara a Suli. “Perdí un teléfono, pero gané una foto con Messi”, narró Suli a un medio español. Habían pasado 20 minutos y ya era hora de regresar a la orilla, donde lo esperaba su amigo. Antes, Leo le hizo una oferta casi imposible de rechazar: que una moto de agua lo llevara de vuelta, fue un tercer gesto. Sin embargo, Suli rechazó la oferta. “Como vine, me voy”, pensó, y volvió al agua nuevamente.

“Tal y como se dirigía a mí no parecía que estuviese con un crack mundial. Estuvo muy humilde, muy hospitalario”, dijo Suli, quien reconoció que pasó los mejores 20 minutos de su vida.