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Retornaron desde España para sentir a los suyos cerca

Martes 19 Julio 2016 | 04:00

Muchos compatriotas radicados en España recibieron con asombro la noticia del terremoto en Manabí.

Simplemente no lo podían creer y la suspensión de las llamadas producto del colapso de la red de telefonía hizo que el amanecer del domingo 17 de abril fuera entre lágrimas y expectativas.

Cuando en Manabí sus habitantes se encontraban adoloridos, asustados y temerosos, en España en cambio pugnaban por saber de sus familiares.
Es el caso de Martín Cedeño y su esposa Monserrate Cevallos. Llevan 15 años en Zaragoza.
Los sábados suelen reunirse con otros ecuatorianos para charlar y pasar el tiempo; cuando supieron del terremoto se quedaron pasmados. La fiesta donde se encontraban terminó cuando uno de los presentes se enteró por medio del Facebook que un terremoto se había presentado en Ecuador y que las ciudades de Pedernales, Manta y Portoviejo se encontraban devastadas.
“Allí se acabó la reunión. Todos los presentes somos oriundos de Ecuador, así que comenzamos a llamar a nuestros familiares”, dijo Cedeño.
Agregó que por la premura del tiempo caminaron; por lo general llegar a su casa les representa entre quince y 20 minutos, pero en ese momento en menos de diez minutos ya se encontraban en su hogar.
“Las llamadas no entraban. La desesperación era grande, pero no podíamos ponernos a llorar, había que ser fuertes y mantener la cordura”, expresó Cevallos.
Sus amigos y vecinos, originarios de Guayaquil, tuvieron mejor suerte, y fue después de cuatro horas en que confirmaron la noticia.
“Nos quedamos un poco tranquilos, pero con mucho dolor. No perdimos familiares, pero sabíamos que la ciudad se encontraba en ruinas”, relató Cevallos.
Los esposos tenían pensado viajar a su país, pero tras el terremoto adelantaron el viaje. El 16 de junio llegaron ansiosos de abrazar a sus familiares y sentirlos. “Ese abrazo con mi familia no lo olvidaré jamás”, declaró Cevallos.
Resistente. Tairon Espinoza Candela ha recibido muchos golpes en su vida, pero ver a su Portoviejo del alma -como se encuentra en la actualidad- lo afectó de gran manera.
El 10 veces campeón nacional de boxeo en la categoría mini mosca dice haber llorado por su tierra en la lejanía.
Junto a su esposa Mercy Vargas acordaron que uno vendría a Portoviejo para confirmar el estado de salud de su famila. “Gracias a Dios mi familia resultó ilesa”, indicó la exgloria del boxeo manabita, radicado desde hace 16 años en Zaragoza.
“La ciudad está caída, pero el portovejense con 
seguridad se levantará”, indicó.
 
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