No son pocas las noticias, aun cuando aisladas, que nuestros cultivos son afectados por cambios bruscos de temperatura, con días sumamente calurosos y radiaciones solares más perceptibles y cáusticas, a las que suceden noches y madrugadas abrigadas y hasta con frío. 

Pues bien, todas esas anómalas manifestaciones atmosféricas, propias de un alocado clima, afectan a las personas, ganadería y  plantas; y con ello a los niveles de producción agrícola.

Por ese motivo, corrientes internacionales de opinión pública, profesionales o no, han hecho una declaración de fe, de no cesar en comunicar a los lectores las consecuencias fatales que acarrearía la calentura ascendente de la Tierra, mientras no existen medidas efectivas que reduzcan significativamente las emisiones de gases tóxicos, provocadas por el hombre en su desbordado afán consumista. 

Los periódicos encuentros de los líderes mundiales, si bien concluyen en divagadores acuerdos teóricos, no cuajan en acciones concretas que deben realizar los países, pero preferentemente los más desarrollados, que a la vez representan a los mayores contaminadores.

Se ha avanzado mucho en cuanto a los espacios que asignan los medios periodísticos a estos temas, pero también se reconoce que es solo producto de la ola pasajera o de la moda del momento que, como todas ellas, provocan un efecto momentáneo y luego se esfuman. 

Para dar sustentabilidad a esta justa preocupación, es necesario hacer conciencia en los comunicadores, invitándolos, primero, al estudio de las causas, el impacto y  las medidas para reducir los estragos, existiendo para el efecto muchas posibilidades de capacitación gratuita a través de organismos independientes, como el Banco Mundial, que organizó hace poco un seminario en línea, sin costo, que dio bases profundas para preparación a periodistas y columnistas, con suficientes argumentos para ser trasmitidos luego a la colectividad.

De nuestra parte nos hemos sumado a ese humanitario afán mundial, con la venia de nuestros editores, nos proponemos continuar desarrollando el inagotable tópico del cambio climático, especialmente en lo relacionado con la adaptación de las siembras a su duro efecto, que de no superarse pondría en peligro la soberanía alimentaria nacional y mundial.