Varios venezolanos que llegaron de turismo a Manta se quedaron a trabajar.
Jorge Ríos, de 20 años, es uno de ellos. Él dijo que llegó hace un mes a Manta por referencia de un amigo, quien en febrero de este año vino como parte de la barra que animaba al equipo Deportivo Táchira, que jugó en Portoviejo frente al Emelec.
Su amigo decidió quedarse en Ecuador y hasta vivió el terremoto. “Luego retornó a Táchira, donde nos convenció de viajar a esta ciudad. Él nos dijo que Manta era lo máximo y que se ganaba muy bien”, manifestó.
El joven dijo que no se vino solo, sino acompañado de 8 amigos. Todos alquilan un solo departamento y trabajan como meseros, ayudantes de cocina, albañilería, y los que no tienen trabajo hacen empanadas y postres que venden en las calles, señaló.
“Extraño a mi familia, pero tomé la decisión de independizarme para tener un mejor futuro, lo que no es fácil en mi país por la inestabilidad económica que se vive”, manifestó.
Ramón Roa, de 22, es uno de los amigos de Ríos. Él tiene dos semanas trabajando como ayudante de soldadura en la reparación de daños de un centro comercial. “Nosotros prácticamente hemos huido de nuestro país en busca de seguridad y estabilidad económica. En verdad que nos ha tocado días difíciles en Manta, pero decidimos hacerle frente al mal tiempo”, expresó.
A este grupo de venezolanos la noche del martes se sumaron seis amigos más, a quienes les dieron albergue hasta ayer.
Jesús Vera, de 30, es otro venezolano que vino en marzo en busca de su esposa y su hijo, que habían llegado un mes antes. Él dijo que era imposible vivir en Venezuela. Ahora trabaja como pintor y como albañil. Espera arreglar pronto sus documentos para trabajar en el servicio de hotelería.
Su esposa, Gema Carreño, y su cuñado Santiago, ecuatorianos, quienes viajaron a Venezuela de 4 y 2 años de edad, respectivamente, también buscan empleo. Ellos vivieron el terremoto, pero están sorprendidos con la lucha de los habitantes de Manta, que a pocos días de este evento empezaron a trabajar y a reparar daños. Dijeron que eso no vieron en Vargas, pueblo venezolano donde en 1999 hubo inundaciones que acabaron con más de 18 mil vidas.
En la aerolínea Venezolana Avior se informó que semanalmente están llegando 360 pasajeros desde ese país a Manta.
Al momento los vuelos aterrizan en el aeropuerto de Guayaquil, luego de que la torre de control del aeropuerto de Manta cayera durante el terremoto del 16 de abril. Y de Guayaquil a Manta los turistas llegan vía terrestre, se indicó en Avior.