El presidente de EE.UU., Barack Obama, encabezó ayer la ceremonia de homenaje a los cinco policías asesinados en la matanza de Dallas, del jueves pasado, con un discurso en el que recalcó que los estadounidenses “no están tan divididos como parece” y recordó el “respeto” que merece el trabajo policial.
Obama, que acortó su viaje oficial a España un día tras la masacre de Dallas, acudió a la ciudad tejana acompañado de su esposa Michelle, y del vicepresidente estadounidense, Joe Biden, en un momento en el que el espectro de la agitación racial en el país ha vuelto a reaparecer.