Para su desarrollo pleno, requiere el país impulsar la organización de los pescadores, con acceso a crédito fácil y barato para la adquisición de naves con una autonomía mayor, por capacidad tanto de navegación como de bodegas frías. Esas mismas asociaciones deberían manejar la comercialización de manera colectiva, mediante frigoríficos en tierra, astilleros para reparar las naves y almacenes de insumos. Así los pescadores serían más productivos y podrían aspirar al mejoramiento de su nivel de vida. En cuanto a la pesca industrial, cuando un barco pesquero tiene un precio de tantos cientos de miles de dólares, por el interés nacional el Estado tiene que crear facilidades para compartir esfuerzos con el sector privado que permitan arrancarle al mar las especies que son demandadas en el mercado internacional. Cuando el Estado cumpla con la industria pesquera y comparta sus preocupaciones podrá establecer la justa participación de la sociedad en la captura de bienes que son propiedad de todos los ecuatorianos. Si el atún -aislado de otras especies- ha logrado ubicarse en importante lugar de las exportaciones ecuatorianas, sin apoyo especial, bien podemos esperar mayor crecimiento de la pesca, tratada como una industria nacional factible en una costa que sólo en Manabí tiene más de 320 kilómetros de extensión. Puertos pesqueros, fuerza eléctrica, facilidades para la carga y descarga de combustible y agua potable, frigoríficos, sistemas de distribución nacional con una red de frío, son parte de las aspiraciones de quienes quieren ver crecer la flota pesquera artesanal e industrial, para aprovechar las enormes posibilidades de producción del mar.