Se trata del primer incidente serio de orden público que se produce en San Pedro durante el papado de Benedicto XVI, elegido en abril de 2005, aunque no es alarmante y es un riesgo calculado del deseo del Pontífice de acercarse a la gente. El Papa no se dio por enterado de este suceso. Fueron minutos después que uno de sus sacerdotes le comunicó del particular.