Actualizado hace: 937 días 5 horas 1 minuto
Rosa Dalia Cevallos
Apocalíptico calentamiento

Un ojo avizor, suelto, como si no necesitara de un cerebro que lo ordene, se repite en los cuadros de Napoleón Paredes, seguidor de una tendencia llamada “feísmo” en los 60 y que en los últimos años ha plasmado lo que podría quedar del planeta, con una turbación mayor que la experimentada por la generación de aquellos cambiantes años.

Jueves 07 Junio 2007 | 21:23

El calentamiento de la tierra, que al ritmo actual se elevaría en 3,5 grados más dentro de un siglo, ha inspirado algunos cuadros de Napoleón, hijo de otro reconocido valor, Diógenes Paredes. En todos asoma un ojo, perdido en un alucinante mundo futuro. Ese ojo que parece asustado en medio de un catastrófico escenario, en catártico recurso, es el suyo propio que aunque lo conserva, perdió la visión tiempo atrás. En realidad, uno de los cuadros de esta temática data del 2005, tras el retiro de los Estados Unidos del Protocolo de Kyoto, cuando la falta de conciencia sobre el tema absorbía al pintor. Pero este 2007 parece haber un acuerdo no escrito de la prensa nacional e internacional para hacer campaña a favor de soluciones que preserven la existencia de este planeta. El desafío actual para la inteligencia humana está en la búsqueda de medidas preventivas de una mayor contaminación, pues el daño causado hasta ahora es irreversible. Si bien los Estados Unidos de América por su gran industrialización emite la cuarta parte de dióxido de carbono, es en ese país donde también han surgido reacciones adversas a la poca colaboración del gobierno republicano. El laureado documental “Una verdad que incomoda” de Al Gore y últimamente su libro son una muestra. El ex vicepresidente y luego candidato presidencial, derrotado por George Bush II, se ha convertido en un verdadero apóstol en la prédica del Apocalipsis de origen climático. Aunque los Estados Unidos se hayan retirado del Protocolo de Kyoto, que se impuso el 2012 como plazo para reducir gases con efecto invernadero, durante el gobierno demócrata de Bill Clinton se crearon amplios incentivos para las empresas que usaran energía limpia. Y frente a este reto para el talento humano se ha ingeniado un remedio que está por probar su utilidad: el cultivo de grandes campos de plancton flotantes sobre el océano, a fin de que capten el dióxido de carbono de la atmósfera y lo sumerjan en el fondo. El plancton cumpliría en el mar la misma labor purificadora de los bosques, pero si no demuestra su eficacia, dará la razón a quienes dudan de ella. Siendo así, y dado que ya existen turistas espaciales, no parece ficticio el día en que los más pudientes comiencen a colonizar nuevos mundos con características similares a nuestra Tierra, como aquel recién descubierto por los astrónomos de La Silla, en el desierto de Atacama....
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