Siguiendo la clasificación de la UNESCO hoy me voy a remitir a las siguientes tipologías, no sin antes advertir que este es un aporte y que a ello puede hacerse contribuciones, sugerencias, la idea es ir construyendo un inventario de nuestro patrimonio cultural. Artesanías: El sombrero de paja toquilla cuya fecha de datación lo ubican a principios del siglo XVII, señalando Julcuy, parroquia de Jipijapa, lugar donde se inicia su confección, aunque en muchos figurines de nuestras culturas aborígenes hay formas que podrían remitirnos a creer que ya en esas épocas existían. En el museo del Banco Central de Bahía hay una pieza de la cultura Manteña que tiene en la cabeza una forma muy semejante a un sombrero. La alfarería que aún subsiste en sitios como: Chade recinto de Jipijapa, Rocafuerte, Calceta, la Pila, en este último lugar se ha dado paso a una industria muy bien manejada de la elaboración tanto de réplicas de las culturas que nos precedieron como de escenas de la vida montubia y otros. La artesanía en tagua, una materia prima de nuestra tierra con la cual se confecciona desde botones hasta un sin fin de adornos y bisutería. Los petates (esteras) y hamacas elaborados con mocora en sitios como Paján. Cestería y sombreros de zapán (fibra extraída del tallo del plátano), manufactura que se la realiza en comunas de Puerto López. Tradiciones orales: Manabí es una región muy rica en este tipo de tradiciones, desde los mitos, leyendas, cuentos, hasta los famosos amorfinos elaborados en el formato de décimas para con ellos entrar en una especie de contrapunto con otra persona; también están los chigualos, versos que se cantan en la novena al niño Jesús previo a su natividad. Gracias a trabajos de compilación contamos con libros donde esta memoria oral está ya preservada. Es necesario destacar el trabajo que viene realizando Raymundo Zambrano con su personaje Don Pascual, a través del cual ha logrado recopilar este valioso legado del pasado de nuestros pueblos convertidos en verso. Eventos Festivos: La fiesta de Pablo y Pedro, una tradición que tiene su raigambre en la colonia, es posible que ésta sea un híbrido entre fiestas religiosas traídas por los españoles con los rituales de nuestros pueblos, esa aleación dio como resultado esta festividad muy celebrada en nuestra provincia y que se la realiza desde el mes de junio y dura hasta el 2 de agosto y cada grupo humano sabe que son siete días, en las cuales hay un derroche de hospitalidad, comida, ropa, bebida y música.