Por la forma en qué se planteó el partido, se podría decir que Suiza era un buen banco de prueba. Porque se paró con cuatro defensores fuertes en el fondo. Porque sus volantes marcaron bien de cerca a los talentosos argentinos. Porque salió a jugar el amistoso muy en serio. Y en la Copa América es muy factible que la mayoría de los seleccionados le propongan al conjunto albiceleste un encuentro de idénticas características a éste. Argentina salió con un 4-4-3. Dos marcadores de punta con proyección (Zanetti y Heinze), dos volantes externos (Lucho González y Cambiasso) al costado de Gago. Y sin un enganche fijo. Messi flotó con libertad por todo el frente de ataque pero sin las obligaciones de un enlace. En los papeles, un equipo ofensivo. Sin embargo, tardó bastante la Selección en acomodarse.