En eso se parece a la ONU, con la diferencia de que ésta juega en el plano político. Si alguien duda del poder de la FIFA que recuerde por qué no se suspendió el partido Ecuador-Chile el 24 de mayo de 1981, cuando asistentes y jugadores lloraban la muerte del Presidente Jaime Roldós. Ahora la FIFA ha resuelto, ante reclamos de brasileños, argentinos y uruguayos, que no se juegue partidos internacionales en ciudades que están por encima de los 2.500 metros sobre el nivel del mar.
Entre 1960 y 1980 nuestro país tuvo, posiblemente, a los mejores jugadores de la historia del fútbol ecuatoriano: Spencer, Bolaños, Polo Carrera, Macías, Lecaro, etc. nunca clasificó al mundial y las más de las veces mordió el polvo de la derrota frente a brasileños, argentinos y uruguayos, que nunca hablaban de la altura.
A partir de los ochenta Ecuador empezó un proceso serio cuyos primeros frutos se conocen. No hemos tocado el cielo con las manos, pero hemos derrotado a rivales que antes parecían inexpugnables. Pero seguramente brasileños, argentinos y uruguayos, siendo extraordinarios como son –eso lo reconocemos- no soportan que de vez en cuando los llamados pequeños les pinten la cara.
Ahora tienen rivales y eso les asusta, por eso hablan de la altura como factor de riesgo, sin considerar que la casi totalidad de muerte de futbolistas en cancha, por paros cardíacos o respiratorios, se ha producido en ciudades de baja altura y con temperaturas sobre los 38 grados. Hay, sin embargo, prácticas aleves sobre las cuales los quejosos nada dicen. Por ejemplo aquella en la que los uruguayos son maestros: regar el campo pocos minutos antes del partido internacional, para provocar un sopor insoportable para el equipo rival.
Pero incluso dentro del mismo proceso positivo de Ecuador, los argentinos ganaron dos a cero en Quito en las eliminatorias para el mundial del 2002. Allí no se quejaron y se fueron contentos, lo que demuestra que el efecto altura, si bien existe, es más de tipo psicológico.
Queremos que propios y extraños respeten y reconozcan nuestro proceso y que no existan estrellamientos como el del profesor Maturana, quien previo al mundial del 2006 dijo públicamente que Ecuador no pasaría de la primera etapa.
Podemos quedarnos tranquilos y demostrar que jugamos de igual a igual en cualquier cancha y que nuestro desempeño no depende exclusivamente de la altura. Pero también existe una cuestión de honor que nos obliga a hacernos respetar y mantener nuestro criterio frente al de una institución que, como la FIFA, siempre está a favor de los poderosos.
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