Castro es uno de los pescadores que se dedican a elaborar sus propias redes para utilizarlas durante su faena en alta mar.

Don Manuel tiene más de 30 años como hombre del mar, explica que la vida del pescador es dura y compleja, pues no solamente es navegar y lanzar las redes, también deben de revisarlas y reconstruirlas, porque en caso de que tengan orificios sería un día en vano tratando de pescar algo. 

El artesano del mar asegura que una vez que navegan “afuera” pueden existir múltiples riesgos para que se dañe esta herramienta durante su trabajo. “Cuando vienen las ballenas se enredan y se las llevan con todo”, asegura Castro.

Seguro. Iván Muñoz también es pescador. Él explica que entrelazar hilo nylon para convertirlo en red es como las matemáticas. 

“Todo debe ser exacto cuando se unen los pedazos tejidos de malla”, indica.  

Las jaibas con sus puntas en el caparazón y sus tenazas afiladas son un “dolor de cabeza” para los pescadores. Éstas pueden cortar en minutos una red. 

Paciencia. Enhebrar un tejido de nylon puede tardar hasta tres días, dependiendo del daño. “Aprendemos desde pequeños, este trabajo es a puro son y mar”, agrega Muñoz. 

Cuando se trabaja en grupo en menos de un día una red puede estar lista para la pesca. 

Un conjunto de redes para capturar camarones puede costar más de 100 dólares. Marineros indicaron que ahorran hasta 50 dólares por reparar sus propias redes. 

“Este material es caro y no podemos comprar todo nuevo siempre”, añade Raúl Muñoz, pescador de San Clemente.

Los hombres de mar tienen poco para el descanso, ya que previo a la faena deben evaluar sus herramientas.