La prensa viene dando a conocer la gran cantidad de accidentes de vehículos motorizados a lo largo y ancho del país. Tanto que las carreteras y calles se han convertido en sitios de siniestros que enlutan a las familias de nuestro Ecuador. No hay provincia ni sector que esté excluido de estos accidentes, ya sea de buses, de camiones, de vehículos livianos y peor aún de las motos, que sin lugar a dudas han proliferado.
Los accidentes se deben a diversos motivos, ya sea por exceso de velocidad, por malas maniobras, por embriaguez de los conductores, por cansancio de los mismos, por falta de control policial, o por cualquier otro motivo.
Lo cierto es que la alarma es general, sobre todo con los buses de transporte intercantonal, ya que los afectados en estos casos son numerosos.
Los accidentes por culpa de los conductores, por embriagues o cansancio, o por fallas en los vehículos, tienen mucho que ver con la falta de un control adecuado de las autoridades policiales, ya que si éste se realizara como debería ser no circularían tantos vehículos en esas condiciones anómalas, lo cual sería un buen indicio para evitar tantos accidentes.
Es decir que en manos de las autoridades policiales está el mejorar la circulación vehicular en calles y carreteras, si es que se pusiera obligatorio control, por medio del cual se normalizaría la conducción y se evitaría que circulen vehículos en malas condiciones, así como conductores ebrios o cansados.
Lo de las motos es capítulo aparte. En este rubro tienen que ver también las autoridades municipales con la circulación en las calles de las ciudades, para lo cual incluso existen ordenanzas reguladoras, con prohibiciones que no se aplican, tal como sucede por ejemplo en Bahía de Caráquez, en donde los motociclistas hacen lo que les viene en gana.
Así es. Bahía de Caráquez fue declarada ciudad ecológica, por medio de la cual no se permite el trabajo y circulación de las llamadas mototaxis. La transportación urbana, a más de los taxis se la hace por medio de los triciclos, cumpliéndose así esa disposición por la ecología. Pero en cambio no se ejerce ningún control con la circulación de las motos, las que en gran cantidad lo hacen a toda hora del día y de la noche, principalmente los fines de semana en horario nocturno hasta el amanecer, aprovechándose de las calles despejadas e intranquilizando a la ciudadanía con la escandalosa bulla por los escapes libres.
¿Y la policía? ¿Y las autoridades municipales? Sin aplicar la ordenanza contra el ruido. ¿Hasta cuándo esto?